A lo largo del presente año tendrá lugar la celebración de un acontecimiento cultural, en el que las sugerencias del líder revolucionario Fidel Castro Ruz pesaron sobremanera: la creación del Sistema de Ediciones Territoriales (SET), hace ya un cuarto de siglo.
En uno de sus tantos acercamientos a los problemas de la intelectualidad cubana, Fidel había reflexionado en torno al talento literario con que contaban decenas de escritores, a lo largo de todo el país, virtud que contrastaba con el escaso número de editoriales para dar a conocer sus obras al público lector.
Era imprescindible, entonces, ampliar las posibilidades de publicación para que, de una punta a otra de la nación, no quedara un solo autor valioso con sus obras engavetadas.
De manera un tanto rústica, pero con una energía invenciblemente quijotesca, surgieron editoriales en cada una de las provincias y el municipio especial Isla de la Juventud, entre ellas la reconocida Unicornio, representante de los autores de la extinta provincia de La Habana y hoy representante de los escritores artemiseños.
No se equivocaba Fidel. Autores habaneros como Encarnación de Armas, Francisco García González, Reynaldo Medina, José Antonio Martínez Coronel, Evasio Pérez, Carlos Jesús Cabrera, Omar Felipe Mauri, Jesús Sama, Misael Aguiar y Armando Landa, entre otros, demostraban desde la joven editorial que podían escribir páginas sobresalientes para orgullo no solo personal, sino también de las letras insulares.
Pero un acontecimiento curioso y muy positivo –el que anima la escritura de este trabajo- ha ocurrido en los predios del mundo editorial artemiseño más reciente: las autoras se han multiplicado y van camino a convertirse en la aplastante mayoría de nuestros escribas.
En el comienzo no fueron muchas. Pero algo más que el viento cambió de rumbo y hoy han tomado el cetro para revelar cuántas posibilidades tienen las autoras del patio para contarnos buenas historias, versos conmovedores y análisis sustanciosos.
No es que se trate de una suerte de competencia entre ambos sexos. Se trata de que las voces femeninas dentro de la escritura literaria se han hecho especialmente fuertes en el mundo, y Cuba no parece –ni quiere- andar de espaldas a tan grato acontecimiento de igualdad y logros innegables de la mujer en la Mayor de Las Antillas.
Echando un vistazo a los últimos títulos de Unicornio, encontraremos que una parte significativa lleva rúbrica de alguna autora artemiseña: Olga Montes, Esperanza Yglesias San Román, Flor Aray Otaño, Myreisi García Rojas, Caridad Meylin Yanes, Ana Margarita Valdés.
A ellas se suman otras publicadas con anterioridad por este mismo sello: Ana Núñez Machín, Reveca Figueredo, Caridad Massón, Gilda Guimeras, Marilú Rodríguez Castañeda, Nora Lloró, Cecilia Valdés Sagué, María del Carmen Terry Valdespino, Elena Milián Salaberri, Sucet Vázquez, Lázara Labrador…
Casi incontable se ha vuelto esta cifra. ¡Qué bien! Sin dudas, le hubiera encantado saber al creador del Sistema de Ediciones Territoriales que las mujeres cubanas, en otra de sus tantas revoluciones, tomaron, si no el mando, un puesto muy relevante a la hora de ubicarse en cantidad y calidad entre los escritores más significativos de este país, con un aporte notable a la causa de las que escriben y sueñan en la
joven provincia de Artemisa.