Bauta alumbra el firmamento de las artes visuales con una cifra incontables de nombres, de los cuales ahora voy a escribir uno solo: Dioni Arango Arostegui, quien a los 93 años acaba de fallecer en este municipio.
Cuentan que la formación artística de esta pintora naif se desarrolló entre cantantes de ópera, compositores y escritores, entre los imprescindibles Samuel Feijoo y Onelio Jorge Cardoso, quienes le sirvieron como fuente de inspiración para llevar al lienzo las incontables muestras de su talento como creadora.
Recuerdo que hace algunos años sostuve con ella una entrevista que terminó publicada en las páginas de este semanario, en la cual esta mujer ya veterana, repasaba con flemática paciencia el cúmulo de premios, reconocimientos y exposiciones con que habían distinguido su labor a lo largo de varias décadas.
No todos saben valorar la dimensión y legitimidad del arte naif. Piensan que por ser ingenuo, popular, espontáneo, ausente de los rigores de la academia, carece de trascendencia.
Nada más incierto. Es una expresión plástica tan valiosa y legítima como cualquier otra. Dioni lo demostró con creces y por este motivo debería ser recordada siempre.
La artista bautense que en 1993 fue seleccionada la mejor pintora naif del mundo, ha partido desde su terruño a un cielo donde, seguramente, la esperan todas las criaturas y los colores intensos con que supo dibujar la belleza extraordinaria de la vida.