Cuando el año estaba ya por concluir tuve la oportunidad de realizar dos trabajos periodísticos donde se hablaba de la atención a los escritores en dos municipios artemiseños. En uno de ellos la atención era más que lamentable, Alquízar; en el otro, la situación era completamente distinta y los escritores recibían la remuneración y el respeto merecidos, Caimito.
Se trata de dos municipios de una misma provincia, que se “tocan” geográficamente, pero que tal parece responden a políticas culturales absolutamente diferentes, en nada semejante a lo que tanto pidió el Presidente cubano Miguel Díaz- Canel Bermúdez en el IX Cngreso de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (Uneac) y de espaldas a la frase en la que, nuevamente, volvió a insistir el General de Ejército Raúl Castro Ruz durante su última intervención en Santiago de Cuba, afines del pasado año. Raúl sugería echarse a un lado a quienes no se sintieran en capacidad de ocupar un puesto de dirección y dejar ese espacio, en manos de quien sí se sintiera apto para ocuparlo y obtener resultados.
Parece que las palabras del Presidente y del General de Ejército no guardan relación directa; pero lo cierto es que ya va siendo hora de preguntarnos y proceder a cambiar cuanto deba ser cambiado en esos municipios, donde artistas y escritores no acaban de encontrar el respaldo necesario de las instituciones locales y, en cambio, en otros sí lo reciben.
Si en un encuentro o conversación entre creadores, unos hablan de lo bien que les va en su municipio y otros de lo pésimo, entonces, además de recordar que las instituciones son para responder a los creadores y su obra y no a la inversa, tal como aseguró Díaz-Canel, si unos hablan de directivos sensibles y otros hablan de directivos culturales con sensibilidad de piedra, entonces ha llegado el momento mencionado por Raúl: es hora de apartarse y dejar ese lugar a otro compañero que encuentre soluciones a los problemas y no a la inversa.
A varios escritores de municipios fatales les han asegurado que no existe presupuesto para su actividad. Habrase visto semejante disparate. ¿Cómo es posible que los escritores no sean parte del presupuesto que cada año recibe un municipio, por parte del Estado Cubano y en otros si sea parte?
Apenas nos separan unos meses de la realización del X Congreso de la Uneac y estoy seguro que, una vez más, el Presidente cubano y los más importantes intelectuales de la nación insistirán en la atención que llevan los creadores. Por estas exigencias, como por las anteriormente planteadas por el mandatario, será preciso también que los escritores exijan la responsabilidad que para con ellos les toca a las instituciones de sus municipios. A estas instituciones no sería ocioso recordarles, que si no están en condiciones de resolver problemas y abrir caminos como otros lo hacen dentro de este mismo sector, bajo bloqueo y carencias de toda clase, que entonces se aparten y dejen la tarea a otros, como bien sugirió Raúl.