Cuando todos pensaban que el poeta José Alberto Nápoles Torres concentraría su obra entera en el ámbito lírico y en el de la investigación sobre la historia de la décima, de pronto ha mostrado una nueva faceta, verdaderamente imprescindible para la literatura cubana: la crítica literaria.
Y empleo el término “verdaderamente imprescindible” porque, si de algo muy importante carece hoy el panorama de las letras de intramuros, es de autores capaces de valorar a fondo lo que en materia de letras se publica dentro de Cuba.
Nápoles, autor de los poemarios Tao: (máscaras en vuelo) y Muchachos en el camión, con el cual obtuvo el Premio Rubén Martínez Villena de la Uneac artemiseña, se había revelado como excelente crítico al realizar una sustantiva valoración del sonetario Cantar a los malditos inconformes, con el cual Evasio Pérez obtuvo el pasado año la Beca de Creación Pupila Insomne, de la Uneac.
En fecha más reciente, realizó de manera brillante el desmontaje del relato Picassos en el aire, de Alberto Guerra Naranjo, Primera Mención del Premio Iberoamericano de Cuento Julio Cortázar 2023, con miles de opiniones en las redes, entre las cuales brilla con luz propia la valoración de Nápoles.
“En el caso del cuento de Alberto se trata de un relato cíclico y abierto al mismo tiempo, con un título polisémico, y una capacidad total para agarrarte y no soltarte desde la primera línea. En cuanto a Evasio, siempre me ha parecido un tigre de la poesía cubana”.
Lastimosamente, su primer libro de críticas, nombrado El ojo ante la puerta, donde analizaba una muestra creativa de varios de los más significativos autores artemiseños, fue catalogado de “muy denso” y por esta evaluación negativa no pudo llegara las galeras dela Editoral Unicornio.
Este autor alquizareño confiesa ser asiduo lector de importantes ensayistas cubanos, entre ellos: José Martí, Desiderio Navarro, un autor que fue capaz de traducir de 20 idiomas a los mejores pensadores y críticos del mundo, y Roberto Manzano, igual de sobresaliente en la escritura poética y el análisis. “Martí era un crítico generoso, prefería centrarse en las buenas creaciones y dejar pasar de largo las malas. De esa filosofía se nutre la mía. Desiderio es un monstruo, es muy lógico en su discurso, siempre tuvo una visión más allá de lo subjetivo respecto a una obra y Manzano exhibe siempre una lucidez muy profunda”, confiesa convencido.
A este trío, agregados nombres altamente significativos: Cintio Vitier y Fina García Marruz, espléndidos no solo a la horade adentrarse enlos caminos delaobramartiana.
Nápoles estima que la crítica literaria puede esconder algunas “trampas”, pues lo que hoy te parece mal, mañana se convierte en un clásico, y lo que hoy te parece bien, mañana es pasto del olvido.
Asume que el crítico es un intermediario imprescindible entre el escritor y el público y piensa también que, para ejercer la crítica, es imprescindible leerse antes 500 toneladas de literatura, tal como sugirió un importante escritor hace ya muchos años.
Definitivamente, Nápoles apoya sin titubeos aquella máxima del célebre poeta y narrador irlandés Oscar Wilde: “La crítica literaria es una creación de otra creación”.