A pesar de algunos días de rotura y otros de tardanza, el tren que cubre el trayecto Mariel-Artemisa-La Habana, y a la inversa, se ha convertido en la más esperada opción de transporte público para miles de residentes en nuestra provincia y la capital cubana.
En medio de tantos precios abusivos, de los cuales no escapa el transporte, contar con este medio, a precio módico, ha sido la clásica bendición, en especial para los habitantes de Caimito, que pueden acceder a las bondades de su servicio en el mismo centro del casco urbano, facilidad de la que no disponen, lamentablemente, la mayoría de los habitantes de Guanajay, por contar con una estación muy alejada de la mayor parte del pueblo.
Una verdadera ganga resulta el precio a pagar por un viaje completo o parcial en este tren, un precio que agradecen todos, sea el viaje en uno de sus cómodos asientos o de pie en el pasillo de cualquiera de sus vagones.
Sin embargo, varios residentes de Caimito, en conversación informal conmigo, han inquirido por la posibilidad de que su primer viaje, que arranca en Artemisa a las 6:20 a.m., pueda ocurrir más temprano
¿Las razones? Muchas personas necesitan llegar antes de las 8:00 a.m. a varios lugares de la capital: universidades, hospitales, centros de investigación… pero, debido al presente horario, les resulta imposible la llegada a tiempo. Entonces deben asumir la más dura de las opciones: el servicio de transporte privado.
Para que se tenga una idea de la diferencia: un viaje en máquina de alquiler entre Bauta y Caimito (100 pesos) equivale a 14 en tren… y sobran dos pesos. Casi nada la diferencia, ¿verdad?
Y si el horario matutino provoca inquietudes, el vespertino también, pues profesionales como la Doctora en Ciencias Caridad Massón Sena, investigadora del Centro Marinello, en la capital, piensa que la salida del tren en Tulipán, a las 3:20 p.m., pudiera correrse hasta las cinco, de manera que puedan llegar a tiempo a la estación una cifra mayor de pasajeros.
Recientemente Artemisa puso en práctica un servicio de ómnibus que alivia la cifra monetaria a pagar por los estudiantes del territorio en La Habana. La iniciativa, sin dudas, es loable, aunque insuficiente en medio de tantos precios hinchados al máximo contra el cubano de a pie.
Pero hasta ahora, nada como el tren nuestro de cada día, nada como saber que pasará y nos pondrá a distancia completa de los precios brutales. Nada como el tren, que animó la inspiración de mi hija y la mía y nos llevó a ganar un premio en Chile.
Nada como ese silbido feroz en la distancia, diciéndonos de alguna manera, que el día ha comenzado con el pie derecho para nosotros o que el regreso, en la tarde cansada, no será un costoso calvario.
Por eso, cuanto sirva para mejorar lo que ya tan bien sirve a miles, nunca estará de más.