Ningún cañón borrará el surco de tu arrozal, el derecho de vivir en paz -Víctor Jara
Robert Mc Mamara, entonces secretario de Estado del gobierno de Lindon B. Johnson, imaginaba que, al intensificarse la cifra de bombardeos diarios contra Vietnam, la resistencia del pueblo anamita sería quebrada. Craso error del político yanqui. La resistencia armada, más que quebrarse o mantenerse tibiamente, creció hasta convertir en insostenible la guerra para los estrategas del Pentágono y sus cómplices en Vietnam.
Ho Chi Min, líder del pueblo vietnamita, lo había dejado en claro, y sus palabras fueron proféticas: “Por cada diez vietnamitas que maten los norteamericanos, nosotros mataremos un soldado yanqui y, al final, obtendremos la victoria”. Y así fue el desenlace, tal como lo había previsto el Tío Ho.
En medio de aquella fragorosa contienda, Fidel había dejado en firme un principio que los vietnamitas jamás han olvidado: “Por Vietnam estamos dispuestos a dar hasta nuestra propia sangre”.
Del arrasado y ahora pujante país asiático tuvo noticias de primera mano Daisi Alfonso Pérez, directora de la Casa Vietnamita en el poblado bautense de Ben Tre y miembro de la Asociación de Amistad Cuba-Vietnam.
“Estuve con una delegación recientemente en ese país. Resulta sencillamente impresionante el cariño que sienten por los cubanos y el grado de desarrollo económico que han alcanzado”, asegura conmovida Daisi.
Ben Tre, ubicada a varios kilómetros al norte del casco urbano bautense, con cerca de 1 000 habitantes y unas 200 viviendas, no es una comunidad cualquiera. A pesar de su breve extensión, guarda recuerdos históricos y culturales memorables, entre ellos el hecho de que la escultura colocada a la entrada de la comunidad sea de la autoría de la célebre Rita Longa.
Con este conjunto tan expresivo, nombrado Solidaridad, Rita recreó el ansia invencible de un pueblo atacado sin misericordia, y con el nombre dado a la comunidad se evocaba una de las tantas aldeas arrasadas por los soldados norteamericanos.
La casa original estaba construida a base de bambú, un intenso símbolo de la flora vietnamita, pero a partir de 1986 se cambió su estructura a costanera.
De su fecha de inauguración, el 25 de diciembre de 1975, Daisi nos recuerda ahora que la heroína moncadista Melba Hernández, Presidenta del Primer Comité de Solidaridad con Vietnam, llevó al acto a los delegados del Primer Congreso del Partido. A partir de ese minuto quedó como Casa de Protocolo y Melba se encargó de visitarla cada año, al igual que al resto de la comunidad.
En el año 2007 fue declarada Casa Expositiva, extensión del Museo Municipal de Bauta, y hoy ya bajo la imperiosa necesidad de recibir una contundente reparación.
El mobiliario, que incluye obras vietnamitas de notable belleza, se conserva perfectamente, así como los equipos audiovisuales donados por la nación asiática, y ya se cuenta con 290 000 pesos para acometer su reparación, según nos informó Daisi.
Para el 20 de diciembre próximo, aniversario 56 de la fundación de la comunidad, quieren haber concluido la reparación de esta obra, que cuenta con diez trabajadores y guarda como tesoros sentimientos y símbolos compartidos entre seres de dos pueblos con una inmensa cercanía de corazones.
En Ben Tre, enclavado en el Consejo Popular Cangrejera, mucho remite a la tierra del Tío Ho, no solo la casa, sino también el círculo infantil Amiguitos de Vietnam, el recuerdo de la vice comandante Nguyen Thi Ding, segunda al mando durante la resistencia antimperialista y hasta el de una talentosa estudiante de primaria nombrada Misaday Sosa Ramírez, ganadora de un concurso patrocinado por el ICAP y la embajada de Vietnam en Cuba y compañera de viaje en el vuelo de Daisi.
No fue utopía la frase que juraba construir un Vietnam cien veces más hermoso después de la guerra. El país hermoso y próspero ya existe. Y está latiendo, sonriente, generoso y agradecido en ese pedacito de Cuba nombrado Ben Tre.