Aunque la bella y frutal arboleda que la rodeaba quedó hecha trizas tras el paso del huracán Rafael, la casona donde radica el Hogar Materno de Caimito, se mantuvo imbatible ante los vientos del enfurecido evento meteorológico.
En la seguridad de la casona, en las afueras del casco urbano, sin ningún tipo de resguardo ante fenómenos de esta naturaleza, radicó la protección de las embarazadas que, por distintos motivos de riesgo para ellas y sus futuras criaturas, deben asentarse en la tranquilidad de este Hogar hasta tanto les llegue la hora de traer al mundo, del modo más saludable, a los pequeños guardados en su vientre.
La casona, otrora vinculada a Giuseppe Pugliares, el personaje italiano que sirviera de protagonista a la novela latinoamericana, era un lugar especial- mente hermoso y apacible, rodeado de plantas de aguacate, plátanos, mamey, mamoncillos chinos, coco, cacao, guayaba…, convertidas hoy, en buena parte, en inflamados bultos de leña que dos trabajadores agrícolas, uno de mantenimiento y un voluntario, se empeñan en sacar del camino, del patio y de los alrededores del Hogar.
Si bien la seguridad del inmueble estaba garantizada, las embarazadas no quedaron a su cuenta y riesgo. La administradora Deamarys Zamora Rosabal, la asistente de Salud Yamilka Ferrán Carranza, la enfermera Lisandra Metilo, la cocinera Yanysleidi Pelegrin y el Jefe de la Unidad de Aseguramiento Central (UAC) de Salud Pública, Jesús Pérez, quedaron todo el tiempo junto a ellas, listos para echarle una mano ante cualquier contingencia.
Libia Álvarez Meriño con 28 años de edad muy pronto será madre, pero la cuidan acá por tener el líquido amniótico bajo. Es santiaguera y risueña a más no poder. Cuando vio volar los árboles alrededor de la casa, la presión le bajó hasta 80. Pero algo siempre le dijo que su vida y la de su hijo estaban seguras entre aquellas cuatro paredes.
La instalación posee una turbina de agua y una cisterna, aunque la administradora reconoce que un grupo electrógeno o una planta eléctrica les vendrían muy bien.
El servicio del Hogar Materno valorado por muchas embarazadas. Tratamiento, alimentación, higiene y amor andan allí bien agarrados de las manos. Cuenta con diez camas, pero, en ocasiones, existe mayor necesidad, según reconoce Deamarys, mientras agradece especialmente el gesto desinteresado de Loandis Martínez, un trabajador por cuenta propia que les donó tres sacos de carbón, aunque ahora tienen gas licuado, como también agradece los aportes llegados de las fincas Santa Marta y Santa Ana, de frutas y vegetales, en el caso de la primera, y yogurt natural, en el caso de la segunda.
Cuando arribé a este lugar, la enfermera Odasis Leyva Tamayo ocupaba el puesto de guardia, mientras muy cerca de ella cuatro hombres se afanaban en no perder la batalla contra la naturaleza. El Hogar Materno, sin dudas, vol- verá a recuperar su lozanía. A pesar de tanta destrucción, pues con certeza allí las vidas presentes y futuras siempre estarán a salvo.