Habla con sencillez, pero también con firmeza. Tiene claras cuáles son sus aspiraciones como deportista y el modo de conseguir los sueños. Cuenta con apenas 16 años, pero ya sabe muy bien cuántos retos pueden esperarle en el mundo del levantamiento de pesas, después de haber ganado tres medallas de oro en los 60 Juegos Escolares Nacionales, en Mayabeque.
El joven bautense Maikol Salcedo Zaldívar es un campeón, no de una flamante olimpiada o de un exigente certamen mundial, pero sí de ese tipo de Juegos donde un sin número de talentos incipientes cubanos han mostrado su potencial para, en breve, ganarse un sitio en los más prestigiosos podios del planeta.
Maikol pretendía ser judoca; pero una lesión se interpuso en su camino y le cambió totalmente el rumbo a su vida en la Escuela de Iniciación Deportiva (Eide) de de la provincia de Artemisa.
Ante aquella adversidad, debió irse a entrenar con los pesistas para ganar fuerza en las piernas y algo le dijo a los entrenadores de halterofilia que aquel muchacho tan fuerte estaba más hecho para levantar cargas pesadas que para proyectar rivales en un colchón.
Su regreso al deporte ocurriría a corto plazo; pero ya le sería imposible retornar al peso que buscaban sus entrenadores, quienes no dudaron en “cederlo” para que intentara vencer en la nueva disciplina atlética que le abría los brazos.
Con solo dos meses de entrenamiento, Maikol obtuvo el cuarto lugar en los 59 Juegos Nacionales Escolares, en la división de 67 kilogramos. En los siguientes, ya probando fuerza en la división de los 81, logró colgarse al cuello tres medallas doradas: una en arranque, otra en envión y, por supuesto, la restante en total.
Con semejante triada se había cumplido finalmente lo que su entrenador Richard López le había pronosticado: “entrega y paciencia, aunque a veces parezca que no vas a alcanzar el éxito soñado. No es preciso desesperarse. Al cabo, la victoria llega”. Y le llegó diáfanamente a Maikol.
A hombres como Richard agradece lo alcanzado, y también a su familia, en especial a su tío Jorge Castillo Vargas (El Chispa), un fanático del deporte, admirador incondicional de Maikol y quien no le pierde pie ni pisada al prospecto.
Agradece también el empuje de sus entrenadores actuales, Ismel y Danny, y al novel pesista Yodanys Linares, quien ha influido también notablemente en su preparación, así como a otros atletas que le han donado valiosos medios para la práctica del deporte de las pesas, aquejado de carencias materiales notables.
Maikol entrena 5,5 horas diarias, salvo los domingos, y en enero debe comenzar a cursar estudios en la Espa Nacional en Mayabeque.
Ya en camino de pasar a la categoría juvenil declara en voz alta sus pretensiones. Son tan legítimas como ambiciosas. No es posible implicarse en la práctica de un deporte si al atleta no lo acompaña una exquisita exigencia. Cada medalla oculta toneladas de sudor.
Si aspira a ganar otras preseas de más elevada estirpe -y de hecho aspira- tendrá que enfrentar con mucha entrega y paciencia el largo y complicado camino que siempre espera a los grandes campeones de este mundo.