Las calles que conducen al recinto ferial de La Cabaña ya no están cargadas de público como en años anteriores. Corren tiempos muy difíciles para los bolsillos y, por supuesto, para la compra de libros. No obstante, La Cabaña conserva ese misterio y porte invencible y aún no se ha descubierto una sede mejor para esa feria.
A esta imponente fortaleza llegaron con sus nuevas propuestas editoriales un grupo de escritores artemiseños, varios de obra conocida y galardonada y otros de obra reciente, publicados en el sello editorial Unicornio.
Olga Montes, clasificada ya entre las mejo- res escritoras cubanas contemporáneas, entregó a los lectores su libro de relatos El jugoso gusto de la carne, donde pone a prueba un amplio registro narrativo, con personajes agobiados por un contexto hostil, en busca de una salida que a veces encuentran y a veces no.
Desde tierras sancristobalenses, entró en escena una novela, La mordedura, ópera prima de la periodista Elena Milián Salaberri, una pieza con notable herencia del realismo mágico garciamarquiano y de la identidad latinoamericana, aunque anclada en los años de la Cuba prerrevolucionaria y posterior al 1 de Enero de 1959.
En una etapa poco conocida, la Cuba precolombina, se enmarca la novela Cuando lloran los cemíes, de Mario Reinaldo Martínez, enriquecida por un profundo conocimiento del contexto precolombino y de la etapa posterior a la llegada de los europeos a La Mayor de Las Antillas, mientras que José Eduardo Vázquez, en su poemario Mientras se enfría el café, Premio Uneac de Poesía Rubén Martínez Villena, recoge una síntesis conceptual de todo lo que fue su creación lírica en libros anteriores a este.
Álvaro Castillo Granada, un escritor colombiano que se siente parte de la nación caribeña, presentó la cuarta edición de su testimonio Con los libreros de Cuba, un homenaje y recorrido especialmente sincero por los espacios más y menos reconocidos donde laboran sus colegas, trátese de cómodas instalaciones o de esquinas muy humildes en un apartado sitio de provincias.
De Willam Montero, un trovador y poeta de Bahía Honda, reconocía recientemente su valentía para enfrentar las consecuencias de un terrible accidente de tránsito. Esta valentía llevaba incluida su capacidad para retomar guitarra, lápiz y papel y seguir creando intensamente, tal como lo demuestra en su poemario Paralelo Cero, una especie de punto de partida desde donde brotan cada una de sus inquietudes como artista y ser humano.
Uno de los mejores representantes de la escritura de ciencia-ficción en Cuba, José Miguel Sánchez (Yoss), ponderó la aparición de un libro de relatos de este género como Siete días sin Yrla, de Reinier del Pino Cejas, una variante muy legítima y novedosa dentro de este tipo de creación literaria, prueba de que tal género, lejos de agotarse en la pluma de los escritores del patio, toma más oxígeno y se vuelve más diverso.
En la jornada de presentaciones en la sala José Antonio Portuondo, un destacado grupo de escritores y editores también formó parte del panel de presentación de los textos, ahora en formato digital, salidos del sello editorial Unicornio.