Cuando Sergio Reyes Santos le confesó al poeta e investigador Juan Carlos García Guridi, presidente de la Uneac en Mayabeque, que deseaba competir en el Premio Nacional de Repentismo Justo Vega 2023, dentro de la Jornada Cucalambeana, la respuesta de este último fue contundente: ¨si vas al evento, tienes que regresar con el primer lugar. A otra cosa ni vayas¨.
Sergio aceptó el reto, se fue a Las Tunas a cruzar el acero con poetas repentistas de primerísimo nivel y terminó en lo más alto del podio, tal como le había prometido a Guridi cuando este lo emplazó a competir por el todo o nada en la patria chica de Juan Cristóbal Nápoles Fajardo (El Cucalambé).
El premio y otras conversaciones sobre poesía fueron el mejor pretexto para concertar una entrevista con este repentista bautense en la biblioteca municipal Antonio Maceo, en Bauta, donde decidí, sin muchos preámbulos, regalarle una décima:
Sergio Reyes, espigado, / eres gallo de pelea. / Quien te rete no se crea/ que acabarás derrotado. / En el combate enfrascado/ te brota de la garganta/ cada verso que levanta/ tus décimas hacia el sol/ bañadas por el crisol/ de una victoria que encanta.
Son apenas diez versos. Pero sirven para calentar el verbo de quien no tiene ni hora fija ni lugar determinado para lanzarse a la improvisación o asumir algún tema del amplio repertorio de la música tradicional mexicana, pues su voz clara y potente así se lo permiten.
¨El concurso fue muy duro, los rivales eran de mucho prestigio. Fueron tres días improvisando fuerte, con tres temas como pretexto: los trenes, el egoísimo y la fama. En el caso de este último, me preguntaron si la atacaría o la defendería. Yo elegí defenderla¨.
Sergio Reyes lleva la magia del pentagrama y el repentismo en su ADN. Su bisabuelo paterno Juan Reyes, natural de Guira de Macurijes, en Pedro Betancourt, Matanzas, era músico y también repentista. Como el mítico Cucalambé, un día se perdió en los confines de algún camino y nunca más se supo de él.
Su abuelo Inocente Santos Casanueva, quien crió a la mamá de Sergio, tenía la costumbre de llevar al futuro improvisador a cuanto punto guajiro se armaba en Bauta, mientras que su otro abuelo, el tunero Julio González Cardoso, permanecía vinculado al universo de la décima gracias a sus ancestros canarios.
En hombros como los de Manuel Aguilar, Gilberto Morales (Guambín), Claudio León y Jesusito Rodríguez, figuras muy sobresalientes dentro del arte del repentismo, encontró apoyo total y tuvo la suerte de estrenarse como poeta repentista, en casa de Leonel Moreno, junto a uno de los mejores improvisadores cubanos: Juan Antonio Díaz.
Sergio ha cantado en casi toda Cuba, excepto en la Isla de la Juventud, adonde no tardaría dos veces en decir sí a cualquier invitación, y disfruta no solo los escenarios habituales, sino también regalar serenatas, una maravilla que –curiosamente- no forma parte de un pasado distante, sino de hoy también, pues se les regala lo mismo a quinceañeras que a ancianas centenarias.
Además de cantar dondequiera que lo convoquen, tocar un poco el tres, el laúd y la guitarra, es plomero, albañil, electricista, mereció hace algunos años uno de los premios del concurso Celestino García por su obra Pasión de barranca y río y admite su admiración por El Indio Naborí, Angelito Valiente, Pablo León, Homero Montesino, Omar Mirabal, Jesusito, Juan Antonio, Guambín y Luis Paz (Papillo), entre otros bardos.
De todos sus contrincantes en escena, señala a Lázaro Gónzález como el más difícil, por su inmenso carisma y, porque al manejar magistralmente el humor y tirarlo todo a relajo, sabe zafarse de cualquier ¨lazo¨ poético en que lo enrede Sergio. De todas sus actuaciones, recuerda una en La Curva sin Nombre, en el chalet de Los Jimaguas, en Guira de Melena, ante más de 700 espectadores y con Juan Antonio como rival.
A los 41 años, en el máximo de sus facultades creativas, Sergio se halla pendiente de alguna empresa musical que lo acoja, tal como ya sucedió con muchos de sus colegas, varios de los cuales, merecidamente, terminaron formando parte de la membresía de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC).
Y si en décima comenzamos, pues con décima nos despedimos, solo que esta vez, en un Autorretrato, le tocó al entrevistado definirse en el breve espacio de dos espinelas:
Émulo de la humildad, / hijo afectivo al respeto, / confidencial al secreto, / ícono de honestidad. / Fervor, volcán de amistad, / modesto hasta la razón, / herencia en la tradición, / hijo feliz de mi Cuba, / mezcla española y yoruba/ de caña, tabaco y ron.
Amigo de mis amigos, / hermano de mis hermanos, /surco abierto entre los granos/ de afinidad de postigos. / Ojos felices, testigos/ de cubana convicción. / Río, palma y malecón, / jícara, canuto y guiro,/ ranchera y punto guajiro: / martiano es mi corazón.
Un buen gallo de pelea mi amigo Sergito. Larga vida y muchos éxitos le quedan delante.
Bauta crece en sus cultures y a Terry agradece en su labor promotora, felicidades a Sergio.