Hace apenas unos días llegó a nuestros oídos la noticia de que a la historiadora guanajayense Reveca Figueredo Valdés y la poetisa y narradora bautense Mireisy García Rojas estaría dedicada la Feria del Libro en la provincia.
Para saber el impacto que había causado en Mireisy García la noticia decidí concertar un encuentro con la autora de títulos como Séptimo relieve y Nacimiento oral.
Aunque conversamos pródigamente acerca de cómo ha sido su trayectoria desde que irrumpiera en los talleres literarios a los doce años, sus palabras acerca de quién será su compañera de agasajos en la populosa feria no se hicieron esperar.
“Admiro mucho a Reveca, por sus valores como intelectual. Coincidir con ella en el homenaje es un grandísimo orgullo. He tenido cercanía con su trabajo respecto a la historia de la esclavitud en Cuba y su vinculación con la Comisión Aponte de la Uneac para la lucha contra el racismo. Este reconocimiento está más que justificado”.
Mireysi, como aseguraba uno de sus poetas más queridos, el peruano César Vallejo, “se sienta a caminar”, y mira hacia el pasado, algo ya distante pero no erosionado, del cual llegan al presente sus primeros profesores en los talleres literarios: Osvaldo de la Caridad Padrón, Yovani Miranda, Marianela Miranda, Clara Isabel Martínez y el tempranamente fallecido Carlos Jesús Cabrera, uno de sus autores favoritos.
“Osvaldo me enseñaba los secretos de la poesía y la narrativa y dónde estaban los errores que no debía cometer un escritor. Con Carlos me sucedió algo hermoso: no teníamos ningún tipo de amistad cuando fui a tocarle la puerta de su casa en Rosa Marina. Me recibió muy bien, pese a sus problemas de salud, y llegamos a desarrollar un hermoso vínculo de amistad.
“Terminó prestándome libros que jamás le prestaba a nadie y me dio como regalo la antología Los invitados de la luz. Luego me regaló uno de Vallejo. Son recuerdos que voy a conservar hasta el fin de mis días”.
De sus madrugadas creativas, surgieron poco a poco nuevos títulos poéticos. A los ya mencionados se sumarían La suerte del náufrago, Sinopsis de la duda y el deseo y A tempore, y su único título de narrativa: El olor de las intenciones, publicados todos por la editorial Unicornio, al cual agradece el haberse hecho visible y llegar a tantos lectores.
Sobre su escasa producción narrativa comenta: “Tengo en proyecto un libro de cuentos titulado Sal de incienso y una novela muy compleja, de época, que exige una rigurosa investigación y un tiempo que ahora ocupa mi pequeña Bárbara Melina. Además, cuando empiezo a escribir narrativa acaba por imponerse el lenguaje poético y eso no es bien mirado.
“A veces decido simplemente convertir el cuento en un poema, y no me arrepiento. Al fin y al cabo, la poesía es un camino entre la belleza y el dolor. Convierte la miseria en obra de arte y te acaba conmoviendo”, asegura la también editora.
Mireisy admira a dos cumbres de la poesía nacional en el pasado siglo: Dulce María Loynaz y, sobre todo, Reina María Rodríguez y también con verdadero fervor la obra del poeta y crítico Roberto Manzano, quien tuvo a bien incluirla en la antología El árbol en la cumbre, donde aparecen versos de 190 poetas nacidos a partir del año 1977.
En este listado de preferencias asoma también Gabriel García Márquez, autor de un título que marcó en especial la vida de la autora bautense cuando apenas esbozaba su vocación: Del amor y otros demonios.
Mireisy García Rojas ocupó la vicepresidencia primera de la Uneac en la provincia durante tres años, pero dificultades económicas reales la hicieron retornar a su terruño y asumir un puesto como asesora literaria en la Casa de Cultura Mirta Aguirre, decisión que le ha traído más de una alegría.
“Me siento como en casa. La directora, María González, me abrió las puertas y el corazón. Contrario a lo pensado, la literatura cuenta con un poder de convocatoria entre adultos y niños, tal como vemos en nuestros talleres”, asegura.
Con varios premios en su currículum y al timón de varios espacios de promoción artístico-literaria: Boomerang, Cantapalabra, Con piel de mujer y El Merequetén, defiende desde ellos la promoción de la obra y la vida de nuestros artistas, sean dueños de propuestas con altos quilates o con alcances más modestos, experiencia que le ha abierto los ojos en cuanto a la cantidad de talentos con que cuenta su municipio y la provincia.
“Artemisa tiene talentos que no le envidian nada a otros más promovidos y reconocidos. Sin embargo, no se les visualiza cuanto debiera, no aparece su trabajo en los medios, como sí aparecen los de creadores de otras provincias. A veces ni siquiera los toman en cuenta para declararlos Hijos Ilustres de sus municipios de residencia, donde han desarrollado un trabajo muy valioso. Queda mucho por hacer en ese sentido”.
Volviendo al evento cultural que ya casi toca a nuestras puertas, Mireisy agradece el gesto de la Dirección Provincial de Cultura y la Uneac al dedicarle la Feria, un premio que, en su opinión, debieron merecer las escritoras Gilda Guimeras y Olga Montes, dos de las figuras más sobresalientes de la Ciudad Letrada en Artemisa, o incluso la narradora ya fallecida Marilú Rodríguez Castañeda, autora que también soñó y sufrió desde la intensa aventura de los libros, los mismos que ahora divisamos en el horizonte cercano, con el nombre de dos mujeres dibujados en la parte más alta del arcoíris de la sapiencia.