Cachito y Cachita: vivir para alegrar

Los payasos Cachito y Cachita llevan casados 32 años, hablan orgullosos de sus dos hijos y de un nieto. De manera especial los une también el arte, gracias al cual han actuado en los más diversos escenarios de Bauta, donde sus nombres ya son bien conocidos y generosamente aplaudidos, y también fuera de este municipio.

Pero no se han detenido en su propia obra, pues gracias al proyecto sociocultural Mi corazón en tus manos, fundado el 4 de abril de 2019, pudieron sacar a flote el enorme talento de un grupo de niños, capaces de probar que el término “discapacitado” puede ser perfectamente rebatible.

Los premios de estos niños se han encargado de demostrar que los prejuicios no rinden frutos, pero sí la dedicación y el empuje de personas como este matrimonio.

Caridad Bárbara Martínez Ochoa es un nombre especialmente sonoro. Sin embargo, desde hace rato se acortó bastante, para llamarse simplemente Cachita. Tres sílabas resultan suficientes para que en Bauta los niños que trabajan con ella y quienes reciben el beneficio de su arte (adultos incluidos), la reconozcan dondequiera.

Ismael Cabrera Pérez (Cachito) anda en dúo permanente con su esposa. Actúan en cualquier lugar donde se les convoque y juntos se adentraron el pasado año en la creación del grupo Los Pequeñines, compuesto por cuatro niños autistas, uno operado del corazón y otro con problemas psicomotores, a los cuales han enseñado diversas técnicas para el dominio de las artes del circo y las variedades.

Este hermoso empeño se ha visto colmado con premios y menciones en el Festival de Circo Pista Joven, celebrado en la capital cubana, en el cual participaron exponentes de seis provincias y de Alemania. De esta cita regresaron a casa con seis reconocimientos especiales y un trofeo por la calidad del espectáculo presentado.

“Les enseñamos actuación y teatro y los entrenamos en malabares, equilibrio (roland roland) y los niños han terminado por darnos y darse una gran sorpresa”, asegura Cachita, quien me presenta al voluntarioso Yoendris Pérez Pérez, con dotes de payaso y sonidista, a quien consideran uno más de sus hijos

Yoendris, a pesar de contar ya con 16 años, no se separa ni un segundo de cada convocatoria realizada por sus dos maestros. Cuenta el proyecto, además, con una violinista, una tresera, cantantes y bailarines… y anda de puertas abiertas para nuevas adquisiciones.

Habla poco Yoendris, operado del corazón, pero siempre es activo. Según cuenta Cachito, sabe manejar tractores, carros, motos, entiende de albañilería, no descansa nunca. Él, como otros alumnos de este dúo de creadores, es la prueba de que el hombre, aún con limitaciones, cuenta con unas reservas de energía y talento insospechadas que pueden ponerse al servicio de sus congéneres.

Trabajar en escuelas, teatros capitalinos, barrios desfavorecidos o en transformación, en Los Naranjos, Caimito, casas para niños sin amparo familiar, en campañas contra el dengue y durante la Covid, en Mayo Teatral, Ferias del Libro en Artemisa y en congresos de la FEU… ha contribuido a elevar la autoestima de los directores e integrantes de este proyecto.

No es para menos. Como bien asegura Cachita, “los niños se vuelven locos cuando nos ven actuar, nos reciben con los brazos abiertos. Si nos pusiéramos a esperar por un audio o una merienda, entonces no haríamos nada”.

Cachito y Cachita son artistas de formación autodidacta, aunque con Categoría Nacional, entregada por la dirección de Casas de Cultura en la nación. Se entrenan y entrenan, en su casa, durante cuatro horas diarias, y cuentan con el apoyo generoso y constante de las madres de los niños involucrados en el proyecto.

Todos lo han tomado en serio y, como era de esperarse en casos como este, los reconocimientos han terminado por llegar. Y lo que es más hermoso: Cachito y Cachita lograron que estos niños, poco comunicativos en principio, llegaran a reírse y a sacarse del alma los miles de sentimientos que llevaban dormidos. Solamente por este acto, ambos merecen todo el aprecio y el respeto posibles.