Hace apenas unos meses, mientras me sumaba a la idea del pintor Ángel Silvestre de dedicar una exposición a las mujeres más sobresalientes de la cultura en Bauta, saltó de inmediato entre ellas el nombre de la bailarina, coréografa y profesora Libertad Villazán.
Y no era para menos, pues esta creadora, quien acaba de fallecer, destinó muchos años de su existencia a lo que Joaquín Sabina, el cantautor español, tuvo a bien llamar “soñar con los pies”.
Libertad era una mujer delgada, ágil y locuaz, capaz de luchar intensamente contra una mortal enfermedad y muralla de una familia que, en breve tiempo, ha visto desaparecer al bailarín y coréografo Isbel García Villazán y, en días no muy distantes, al músico, compositor y director Israel García (Cachirulo), hijo y esposo respectivamente de esta creadora.
En cierta ocasión, mientras entrevistaba a toda la familia en el Callejón de las Artes para el periódico el artemiseño, Libertad sintió la gracia de pertenecer a la ¨familia más cultural de Artemisa¨, pues también su hijo Braulio ha trabajado en los ámbitos del pentagrama musical en diversos escenarios.
Con la partida de Libertad Villazán, la cultura en Bauta pierde un referente notable, como antes sucedió con Isbel y Cachirulo. No merecen la cultura y la vida esta clase de trampas, pues los tres aún contaban con muchas propuestas que ofrecer al público bautense y también fuera de los predios de este municipio.
Ante aquella invitación de Silvestre, escribí en diez versos este sincero retrato para ella y ahora los repito a modo de despedida: Baila bien, en Libertad,/ que el mundo aplauda tus pasos/sobre el tablón y un abrazo/te niegue la soledad./Baila con la intensidad/ de la excelsa bailarina,/que con pierna exacta y fina/ dibuja en su movimiento/alegría y sentimiento/ sobre la escena divina.
