Una verdadera fiebre fotográfica se ha adueñado del planeta desde que una infinidad de hombres y mujeres tuvieron, teléfonos móviles mediante, la posibilidad de dejar grabados para la eternidad millones y millones de rostros, sucesos, paisajes, eventos, catástrofes…
Gran parte de esas instantáneas no tienen demasiada trascendencia. Su valor nace muerto en la fotografía, aunque —si vamos a ser justos— no todo en la vida tiene que aspirar a la inmortalidad ni mucho menos.
Un instante sencillo en una imagen que no busca ganar premio ni sitios en la eternidad, también tiene su pequeña valía, al menos para una persona en este mundo.
De esas instantáneas, abonadas por el talento aficionado, se ha nutrido la exposición Cámara Resiliente III Fotososafari Playa Baracoa 2021, conducida por el artista visual Miguel Alexéi Mendiola, y a la cual han aportado 21 creadores.
Expuesta en la galería Guerrero, en Bauta, la expo resume en una docena de creaciones el ánimo que ilumina el alma de quien aprieta el obturador, cuando descubre la intensa poesía y el hondo significado humano que oculta una ola marina descomunal, un atardecer, una mar en calma, un “abrazo” de colores dorados sobre el cielo, un sillón vacío para siempre del cuerpo que tanto calor le impregnó durante años…
Las paredes de la galería no alcanzan para exhibir más obras. Aunque esta y otras limitaciones materiales no son un obstáculo insalvable para Mendiola, quien se las arregló para mostrar al público (de modo audiovisual) un sinfín de imágenes digitales valiosas.
Una imagen tomada por una Nikon o una Cannon puede ser imponente. Pero muchas de las más memorables fotos del siglo XX fueron tomadas por cámaras sin mucho glamour, en las cuales el talento del fotógrafo, más que el equipo, decidió la inmortalidad de la imagen.
Mendiola vuelve a las galerías con los suyos, con esos que lo acompañan en su aventura plástica en Baracoa, con los que dejan en sus fotos el sol cuando “cae” al mar en esa playa.
También cuando ese mismo sol retorna para con su luz decirles y decirnos, como en ese inmenso poema de César Vallejo que invita a la vida, ahora más amada que nunca, “ya va a empezar el día, ponte el cuerpo”.