Parece un título sacado de algún serial policiaco o de alguna película de sábado por la noche, pero Concluso para sentencia es el más reciente poemario del escritor marieleño Evasio Pérez González.
Notablemente reconocido por varios títulos en el catálogo de la editorial Unicornio, entre ellos el memorable decimario Con piel de laberinto, Evasio vuelve a la carga.
Si una considerable influencia de autores como Vallejo, Borges, Rulfo y Parra marcó entregas anteriores de este autor, ahora la lectura en tiempos de pandemia lo ha remitido a una cuantiosa cifra de ensayistas muy destacados en el campo de la valoración poética.
Sobresalen los cubanos Enrique Saínz, Eduardo Heras León y Jorge Fornet, el ecuatoriano Bonifacio Carrión, el argentino Ricardo Piglia y el mexicano Sergio Pitol, portadores de una huella grabada de manera jugosa en el resultado de su último libro.
Ni una sola vez asoma la décima en esta nueva entrega. El verso libre señorea todo el tiempo, en creaciones como Alegría parapléjica, Poema para una manifestación pacífica, Estoy frente al Aleph y Es horrible pensar.
“Para escribir Concluso para sentencia —cuenta Evasio— me inspiró el fantasma de los últimos tiempos. Es un hecho que cierra un ciclo, porque a mi edad ya me veo incapacitado para enfrentar una aventura existencial más larga.
“Es como si escribiera epitafios, memorias. A esta edad, como decía el prestigioso novelista cubano Lisandro Otero, ‘uno ya no tiene futuro, sino pasado’, y hay que sacarle todo el zumo a ese tiempo que queda”.
Acostumbrado a derramar con sabiduría diversas gotas de humor en su escritura, Evasio dice que no sucede así en Concluso para sentencia. “Preferí concentrarme en expresar cosas más serias. La seriedad del tiempo se impuso en este caso”, aseguró el autor de Poemas para otras vidas.
“Tengo influencias de grandes de la literatura universal, pero algo me decía en mis adentros: ‘este libro no puede ser cercano a nadie, solo a ti mismo’”.
Evasio cree que un poema, mientras está en un libro, es solo un objeto físico. Piensa, sinceramente, que solo cuando ese poema se lee en público… comienza a vivir.
Mientras tanto, no para de escribir este hombre de paso sin apuro y verbo preciso. Tampoco para de tachar sin misericordia. Piensa, tal cual Hemingway y Borges, que se debe tachar más de lo que se debe publicar.
Esperemos entonces que la editorial Unicornio nos regale en breve este poemario, escrito por un culpable de ser “poeta por maldición”, como dijo de sí mismo ese grande de las letras llamado Pablo Neruda.