Los más increíbles obstáculos suelen levantarse en el camino del hombre. Es la ley natural de la vida. Pero, como diría Alejo Carpentier en su imprescindible novela El reino de este mundo, “la grandeza del hombre consiste en mejorar lo que es, en imponerse Tareas”.
Y en esta Tarea precisamente se encuentra el instructor de arte Yendri Hernández Sarcedo, un joven privado de la visión de nacimiento, pero empeñado siempre en crecer como ser humano y artista.
Yendri, graduado de la especialidad de percusión en la ya desaparecida Escuela de Instructores 13 de Marzo, se desempeña en la primaria Juventud de Acero, en Caimito, donde implica a los estudiantes en el rico universo de la música infantil y la guajira para niños.
“He montado coros para matutinos, eventos provinciales, festivales y para Radio Artemisa –asegura-. Los niños de primaria, por lo general, son muy traviesos, pero trabajar con ellos es una experiencia linda, sobre todo cuando ves el resultado final de tu obra”.
Yendri confiesa que ha tenido varios tropiezos por su condición de invidente. Sin embargo, ha podido enfrentarlos con acierto gracias a la ayuda familiar y a sus estudios en la Escuela para Ciegos y Débiles Visuales Abel Santamaría, en la capital, donde lo prepararon para valerse por sí mismo… y hasta para cocinar.
Por otro lado, el Sistema Braille le facilitó disímiles oportunidades, pues, como bien asegura, “con este Sistema puedes aprender lo que quieras: Matemáticas, Química, Filosofía, Arte, Literatura, Música…”
A Yendri, como a muchos creadores, la irrupción y permanencia de la COVID entre nosotros le ha impedido concretar varios proyectos, entre ellos uno con la agrupación Rondalla Típica, surgida en la Asociación Canaria Leonor Pérez Cabrera.
En esta Asociación, la Rondalla tocaba música propia de esta región española, pero terminaron enriqueciendo la opción tras mezclarla con otras opciones del pentagrama campesino y tradicional del patio.
Yendri se declara fanático de Polo Montañez y admirador del son cubano, la salsa, los Van Van, David Álvarez y Juego de Manos… y sueña con viajar a otras geografías del mundo y actuar en las regiones del Oriente de Cuba, cuna del son y donde radican un parte significativa de sus raíces familiares.
Aunque percusionista de formación, la guitarra nunca deja de acompañar a Yendri. Con ella se le ve tocar aquí y allá mientras regala también un poco de su humor.
Con esta guitarra fue imposible que, mientras mi hija Fernanda y yo lo acompañáramos en coro, no desgranara las notas y el texto sublime de La Guantanamera.
Yendri no se amilana nunca y se siente orgulloso de poder echarle, en estos días tan duros, una mano en los vaivenes económicos a su madre Emilia y su abuela Lorenza.
Cuando le pregunto qué piensa sobre este tiempo brutal, al parecer infinito, responde: “Esta calamidad no puede durar toda la vida. Siempre que te levantes cada mañana, debes pararte delante del Sol y decirle: “estoy vivo, gracias, voy a seguir en la lucha”. Los que pelearon por este país nunca se rindieron. Yo tampoco. Si enfrenté con éxito el gran problema de mi vida, cómo no voy a enfrentar este”.