Me encanta conversar con la poetisa y narradora sancristobalense Esperanza Yglesias San Román, porque desde su voz, con un saludable aire campechano y campestre, trasmite la positiva energía que sólo las buenas personas saben trasmitir.
Si a tales bondades se le agrega su talento para escribir y conmover desde los poemas y relatos que nos ha regalado a nosotros los lectores desde títulos como Ocasiones para Ángela (editorial Loynaz) y Últimas conversaciones con Simón (editora Unicornio), pues entonces es imposible que la cercanía a ella no regale doble felicidad al interlocutor.
Ahora mismo Esperanza, atrincherada en su refugio de Santa Cruz, un pueblo de San Cristóbal con algo más de seis mil habitantes, no deja morir la pluma que tan buenas sorpresas le ha regalado desde hace varios años: escribe y revisa sus últimas creaciones, en este caso el libro de relatos Entre cafés te cuento, y uno de poesía sin título definitivo aún.
Hace apenas unos meses, señalaba en el periódico el artemiseño el admirable tratamiento que la dirección de Cultura en San Cristóbal brindaba a sus mejores escritores, fueran miembros o no de la Uneac.
Esta dirección ha puesto en manos de los escribas del municipio diversos espacios destinados a promover el arte y la literatura entre los residentes en el casco urbano sancristobalense y en otros asentamientos poblacionales.
Pero ya sabemos de la dureza de los tiempos que corren y de la orientación de detener esta clase de eventos como una medida sanitaria imprescindible. De ahí la no realización por el momento de espacios de promoción como Entre décima y punto, Tendedera literaria, Entre amigos, La hora del cochero azul y De yerba buena y limón, entre otros.
“Una de mis dos tertulias, precisamente, es De yerba buena y limón, que está detenida. La otra es De mañana con mamá, que se realiza una vez al mes en el Hogar Materno de Santa Cruz y tiene como protagonistas a las embarazadas y trabajadoras del centro. Por lo demás, sigo escribiendo, dándole vida a esos proyectos de libros que un buen día, sin dudas, llegarán a manos de nuestros lectores”.
Esperanza comparte vida y proyectos literarios con otra autora que, desde hace ya algún tiempo, comienza a notarse dentro del ámbito literario provincial: Araí Otaño, quien acaba de concluir su cuaderno lírico Otras cartas a Teo, del cual algunos lectores y jurados de concursos donde fueron premiados sus versos tuvimos la oportunidad de degustar en, al menos, un fragmento.
Araí, presente también en varias antologías de narrativa, es ingeniera y jefa de mantenimiento del central 30 de Noviembre, oficio que la apasiona profundamente. Ella sí que no puede quedarse recogida en casa. Una exigente tarea, decisiva para la economía cubana, espera por ella en ese central artemiseño.
Al contrario de Esperanza, esta joven autora, ya más que una promesa en camino, cuenta con mucho menos tiempo para escribir, pero lo hace. Y lo hace con acierto, de tal manera que, ahora mismo, ambas se hallan entre lo más sobresaliente que, en materia de escritores, tiene la provincia de Artemisa.
