Yo nací riendo y aprendiendo la historia de Cuba con Elpidio Valdés, como tantos cubanos, en la televisión y en las primeras revistas Zunzún. Como todos los nacidos en este país, me aprendí las mil y una frases salidas del ingenio de su creador Juan Padrón.
Por eso, cuando me pidieron escribir sobre la niñez, para una edición especial del sitio en internet Cubahora, por el Aniversario 50 de la Revolución, supe que no me podía faltar el testimonio del cineasta más querido por los chicos. Y le pedí una entrevista.
Con notable amabilidad, respondió a mi solicitud, a pesar de no conocerme y de que solo le había escrito por correo. Pero fechó el encuentro a la vuelta de unos meses, cuando concluyera los trabajos a los que dedicaba cada minuto de aquellos días. Entonces, con esas prisas tan habituales en este oficio, le dije que necesitaba sus respuestas para el día siguiente… y el bueno de Juan accedió.
Su figura enorme ante los ojos de un ferviente admirador, creció aun más. Y volví a escribirle, para saber cómo hizo de Elpidio Valdés el héroe de los niños cubanos, un patrón, un icono para ellos.
“Creo que se debe a que Elpidio representa al pueblo cubano y los ideales más puros de libertad e independencia. El personaje tiene su disciplina y otros compañeros que lo ayudan en sus aventuras. Y el objetivo principal de la serie es que los muchachos se diviertan, luego lo demás. Es increíble ver cuán rápidamente se identifican con él. Habría que preguntarle a los propios niños”.
No obstante, los sueños suelen volar siempre más lejos.
“Uno nunca está satisfecho. Quisiera que hubiera todavía más personajes, más experimentación en los proyectos. Subir el vuelo artístico de los proyectos. Mejores guiones. Más con una visión nuestra y menos copias de los manga japoneses, que ya se vuelven clichés. Y no solamente que se desarrollaran películas para niños sino también con temas para jóvenes y adultos”.
Padrón anhela, además, que un día estos personajes tomen las calles, las escuelas y hogares… en pulóveres, mochilas escolares y juguetes con Elpidio Valdés y sus compañeros de aventuras. Ya en el año 2020 cumplieron 50 años.
“La popularidad de Elpidio es una gran responsabilidad. Por eso hay que estudiar cada proyecto con más disciplina, ser más riguroso. Mi decisión de no hacer más películas e historietas hasta que no tuviera temas nuevos se debe a eso. Me estaba repitiendo. Ahora tengo en proyecto un corto y un largometraje… para más adelante. Por otro lado, escribí una novela de aventuras (Contra dólar y cañón) basada en la película, y preparo otras dos, con muchas ilustraciones, para la editora Abril”.
Sin lugar a dudas, pocos adultos han tenido el privilegio de llegar tan cerca de los chicos; hasta hizo encuestas para saber cuánto aceptaban a sus personajes.
“Los niños nos hacían talco algunos guiones. No sabíamos contar bien las historias. De ahí mi interés por perfeccionar y dominar la dramaturgia. Es preciso contar bien las historias, divertir al público: el mensaje va envuelto adentro. Mensaje, no teque. Como decía Portuondo: el teque es antiestético y contrarrevolucionario.
“Ellos me enseñaron también a definir mejor los personajes. No me daba cuenta de la popularidad de Palmiche hasta que los niños me la revelaron: así que lo dibujé mejor y le hice protagonista de varias aventuras. Las niñas me exigieron que hubieran personajes femeninos. Así nacieron María Silvia, Eutelia, Ña Mercedes…
“Los pioneros de los años 70 fueron quienes conformaron el escuadrón de Elpidio, con su general Pérez Pérez, un negro mambí de las dos guerras. Ahora tengo personajes nuevos y me gustaría que se repitieran aquellas encuestas de los años 70 y 80. Íbamos a aprender mucho de las nuevas generaciones de pioneros”.
Hace 12 años y sus palabras no pierden vigencia. Hoy dejo rodar las mismas lágrimas que al final de sus películas cuando era niño. Juan, ¡hay mucho machete por dar todavía!