Eran corrientes cristalinas las descritas por Cirilo Villaverde, en 1839, cuando rumbo a San Diego de Núñez, detiene su caballo encima del Puente Real para contemplar la belleza del Río Ariguanabo.
La calidad de sus aguas, el paisaje que conforma su entorno y la existencia de áreas apropiadas para el baño a lo largo de sus diez kilómetros navegables, fueron de los encantos que atrapaban.
Pero hace mucho, la historia que contemplan y describen moradores y visitantes, dista de la plasmada por el novelista, autor del clásico cubano Cecilia Valdés.
San Antonio de los Baños creció en densidad poblacional y comenzó el desarrollo de su economía sin establecer regulaciones para la deposición de residuales líquidos y sólidos que van a parar al afluente, propiciando el deterioro y la contaminación de sus aguas.
Investigaciones realizadas por diversos autores y durante varios años, han demostrado que los principales gérmenes contaminantes del río están en las concentraciones de coliformes y en los nitratos, con muestreos por encima de los niveles permisibles por la Norma Cubana (NC) 827.
Así también opina Javier Yraola Rodríguez, profesor, investigador, espeleólogo y estudioso de ese geosistema, quien considera que las fuentes de contaminación (de diversa índole) comienzan justo en las compuertas de la Laguna y se extiende hasta la Cueva del Sumidero, zona de alta vulnerabilidad y punto de absorción de los contaminantes.
Y mientras escucho la explicación, me detengo a pensar en una idea que en un inicio resultaba prometedora para los ariguanabenses, cansados de la inestabilidad con el abasto de agua: Las fuentes pretenden ser trasladas al extremo suroeste, identificado como zona de elevada vulnerabilidad, solo que esto está en contraposición con lo que establece la NC 27/2012.
A criterio de expertos, la decisión resolverá el problema a corto plazo, pero, en algún momento se romperá el equilibrio provocando los movimientos de agua de una parte de la cuenca subterránea hacia otra donde hay menos volumen, y para entonces, los niveles de contaminación serán muy grandes y dispersos.
No hay que olvidar con esta decisión que San Antonio de los Baños y las cercanas localidades de Güira de Melena y Alquízar, se abastecen de manera total de los acuíferos subterráneos, por tanto, la contaminación en ellos puede afectar la salud humana y el desarrollo de determinadas actividades económicas, como la agricultura.
Entonces, la sugerencia de entendidos en el tema debe ser escuchada, y posiblemente esas fuentes de abasto estarían mejor colocadas al Oeste, identificado como zona de vulnerabilidad moderada.
El Río Ariguanabo y la calidad de sus aguas, son completamente recuperables, pero no puede actuar por impulso con soluciones a corto plazo y obviando las consecuencias.
Hay que pensar en serio en un sistema de tratamiento de residuales y en eliminar de manera total los microvertederos que pululan en la zona periurbana.
Además, es necesario impulsar la reforestación, valorar el cambio del uso de tierras en zonas aledañas, también diseñar e implementar un plan de dragado, entre otras necesarias acciones como restaurar centros recreativos emblemáticos que fueron cultura, tradición, historia. ¡Así se oxigenaban los pulmones del Ariguanabo!