También San Antonio es cuna de artistas que han dejado su sello en nuestra cultura. Incluso más allá de nuestras fronteras llega el legado del escultor y pintor José Ramón de Lázaro Bencomo, o simplemente José Delarra.
Entre sus obras más conocidas se encuentra el Complejo escultórico dedicado a Ernesto Che Guevara en Santa Clara, además de monumentos en las plazas de la Revolución de Holguín, Granma y Villa Clara, o en países como México, España, República Dominicana, Japón, Angola…
En Cancún resalta el monumento dedicado a nuestro Apóstol, y en Nagasaki, Japón, dejó otro como homenaje a las víctimas del holocausto atómico.
Asimismo, destacó en la pintura, ilustración gráfica, cerámica, dibujo y grabado, caricatura escultórica… Realizó ilustraciones y diseño gráfico para las revistas Verde Olivo y Muchacha, el Semanario Mella y Juventud Rebelde.
Con solo 11 años realizó su primera obra, un busto de Martí en el patio de su casa. Y en 2009 el espeleólogo Leonardo Camueira halló otra escultura del Apóstol en la cooperativa Mártires de Barbados, de Guanajay.
El busto estaba enterrado en su pedestal hasta el cuello, con múltiples capas de pintura aplicadas durante décadas; al destroncarlo, descubrieron que estaba esculpido en bronce, y vieron la firma. No era un Martí usual, sino de pelo suelto, rebuscado, serio, con una mirada profunda.

Delarra fue fundador de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba y miembro de la Unesco. Para él, la pintura era diferente a la escultura. “La pintura es poesía, simbolismo, sutileza. La escultura es la novela y la pintura es la poesía, los sueños. En mí ambas han estado indisolublemente unidas. Yo soy un escultor que pinta”.