Puede que el mayor caudal de Norma Elisa Cordero sea su corazón, un órgano que apenas le cabe en el pecho y vibra a todo motor ante los más vulnerables del barrio, lo mismo niños que ancianos, a quienes no se permite dejar desamparados en medio del peligro de la COVID-19.
Ella misma se encuentra susceptible al contagio, pues el año anterior sufrió una parálisis, de tanto estrés; sin embargo, regresó a la carga, a pie o en bicicleta, con tal de garantizar que no pierdan nada, en bodegas, kioscos y otros puntos de venta.

Tanto tesón lo aprovecha junto a la Federación de Mujeres Cubanas, de forma gratuita, en el afán de llevar afecto a cada puerta; si bien en papeles atiende ocho personas mayores, Norma Elisa asume más tareas, más compromiso.
Casi lista para lavar, sostiene la jaba y va a la bodega. Siente verdadero placer cuando auxilia a Berena Acosta Maruri, de 80 años, una vecina orgullosa de su humanismo y desenfado.
“Nos ayuda muchísimo. Sabe que no podemos salir a la calle. Siempre con buen carácter, compra los medicamentos en la farmacia, la canasta familiar normada y satisface cualquier necesidad. Merece todo el reconocimiento, incluso me fue a ver al hospital cuando estuve enferma”.
“Hace rato había que hacerle un trabajo periodístico”, asegura Julia Laza Roque. “Su solidaridad con todos, su desprendimiento, le han ganado el cariño de la gente. Sin ocupar cargos en el CDR, se mantiene a la vanguardia y destaca por las buenas relaciones con su familia y la comunidad”, donde el café y la alegría amenizan tanto ajetreo.
Lo mismo opina Nohemí Hidalgo Arencibia, mientras espera por Norma para ir al hospital. “Excelente compañera y amiga, socorre a todo el que la necesite”. Y así anda por la vida esta mujer extraordinaria, heredera de la auténtica empatía de sus padres y responsable de la nobleza de su hijo.

Después de trabajar en el área económica durante mucho tiempo, decidió ocuparse del hogar y la atención a dos ancianos, cifra que se multiplica cada mañana, cuando resuelve hacer un nuevo espacio en su corazón.
¿Acaso desconoce el cansancio? A ningún mortal le resulta ajeno, pero mientras palpite el ánimo y la voluntad, en tanto haya fibra y amor a los semejantes, Norma Elisa será feliz: la mejor manera de crecer por dentro, rodeada de sonrisas, gratitudes y confianza, con mayor poder que el virus, las distancias y el egoísmo.