Diez son los monumentos nacionales de Artemisa. Uno de ellos es el Complejo Monumentario Antonio Maceo, en San Pedro, Bauta. Allí, el 7 de diciembre de 1896, cayó en combate Antonio Maceo y junto a él, en magnífico ejemplo de lealtad, su ayudante y capitán Panchito Gómez Toro.
Esa caída, fatal para la Guerra Necesaria, es el acontecimiento histórico combativo más trascendente ocurrido en predios de Artemisa. Máximo Gómez, en carta fechada el 1 de enero de 1897 a María Cabrales, viuda del lugarteniente general, escribió: “Ha muerto el General Antonio Maceo en el apogeo de una gloria que hombre alguno alcanzó sobre la tierra y con su caída en el seno de la inmortalidad lega a su patria un nombre que por sí solo bastaría ante el resto de la humanidad para salvarla del horroroso estigma de los pueblos oprimidos”.
Refiriéndose a la muerte heroica de su hijo mambí, escribió Gómez en aquella misma carta: “A esta pena se me une allá en el fondo del alma, la pena cruelísima también de mi Pancho, caído junto al cadáver del heroico guerrero y sepultado con él en una misma fosa, como si la providencia hubiera querido con este hecho, conceder a mi desgracia el triste consuelo de ver unidos en la tumba a dos seres cuyos nombres vivieron eternamente unidos en el fondo de mi corazón”.
El capitán Panchito no cayó en la primera arremetida del combate de San Pedro. Se lo impidió la herida que recibió en un brazo en el combate de La Gobernadora días antes. Lo admirable es que salió el joven al rescate del cadáver de su jefe cuando supo que fue abandonado muerto en el campo de batalla.
Mas no pudo cumplir su cometido. Tuvo oportunidad de escapar de la muerte, pero tampoco abandonó al Héroe de Baraguá y junto a su cuerpo aún caliente, escribió una nota a sus padres y hermanos: “Muero en mi puesto, no quiero abandonar el cadáver del general Maceo y me quedaré con él. Me hirieron. Y por no caer en manos del enemigo me suicido. Lo hago con mucho gusto por la honra de Cuba…”. Lo machetearon antes de concluir la nota.
Aquellas muertes en el artemiseño potrero de San Pedro no fueron solo pérdidas y duelo. Hubo mucho heroísmo tras la caída. Sobrevino entonces el rescate espectacular de sus cuerpos, por una tropa pequeña al mando del coronel Juan Delgado. Lavaron sus cuerpos y se bañaron con su sangre los Pozos de Lombillo, bien cerca del pueblo de San Antonio de los Baños.
Se coronó aquel suceso doloroso con el pacto de silencio contraído con la familia Pérez, cerca del Cacahual. Gracias al compromiso bien cumplido se preservaron dignos y completos sus restos heroicos hasta que finalizó la contienda del 95.
Más allá del sentimiento patriótico, a los artemiseños también nos une al Complejo Monumentario Antonio Maceo, el hecho de que es una obra de singular valor artístico, resultado del genio creativo de un compatriota nuestro: el ariguanabense José Ramón de Lázaro Bencomo, conocido como Delarra, dentro y fuera de Cuba.
Delarra es también el creador de otros emplaza- mientos de reconocida belleza y valores en varias partes del país y del mundo: son obras suyas el Complejo Monumentario Ernesto Che Guevara, y el monumento al descarrilamiento del tren blindado; los dos en Santa Clara; el busto de Ñico López en la Universidad del Partido que lleva ese nombre; el Complejo Monumentario de la Plaza de la Patria de Bayamo; la Plaza de la Revolución de Holguín; y el Conjunto Monumentario al combatiente internacionalista cubano y a la amistad cubano angolana, en Luanda, entre otros.



