No hay mejor manera de celebrar el aniversario 57 de la fundación de Cítricos Ceiba que colorear la imagen de aquellas tierras, al cosechar los primeros frutos de ese empeño transformador, con el brío de los pinos nuevos.
El viernes 14 de noviembre, todos se dieron cita en el vivero ubicado en Vereda Nueva, no para pronunciar discursos o hablar de planes, sino para rendir cuenta de lo hecho por estos días y realizar compromisos concretos para las semanas venideras, a tono con los 15 de Artemisa y los 100 años de Fidel.
Alcides López Labrada, director general de la empresa, aseguró que la transformación más importante ha sido convertir los colectivos laborales en su principal forma de gestión. “Mientras muchos creen que lo único en prosperar es lo gestionado por privados, le estamos apostando a la gestión de la propiedad estatal.
“Nuestros siete colectivos laborales demuestran factibilidad económica. Prueban que pueden elevar la calidad de vida de sus trabajadores, en tanto alcanzan resultados productivos y económicos satisfactorios”.
Y, como de logros palpables se trata, mencionó la minindustria de la Unidad Empresarial de Base (UEB) de Exportación, lista para enfrentar la campaña del tomate, “cuando hacía dos años que esa instalación no funcionaba, por diferentes causas”. Y aludió a la planta de harina, sea de maíz o de yuca, incluso pensando en exportar el boniato de pulpa naranja.
Se refirió también a la maquinaria (tras la recuperación del taller) y a los novedosos sistemas de pago a los trabajadores.
“Sin embargo, yo diría que una transformación esencial ha sido la de los cuadros, con jóvenes al frente de la dirección: hay una mentalidad que apuesta al resultado, a no justificar, y un espíritu de emprendimiento, de echar hacia delante con sentido de pertenencia.
“Aprobamos una tarea que se llama Centenario, en homenaje a Fidel, el fundador de esta empresa. Pero al Comandante no lo vamos a recordar con lágrimas ni consignas, sino con resultados: ese espíritu ya lo tenemos dentro, y el resultado más significativo es el renacer de los cítricos en el vivero.
“Estamos sembrando frutales, viandas, hortalizas y granos, pero la recuperación del cítrico es fundamental. Por eso echamos a andar el vivero, a partir de semillas de naranja agria de las montañas de Bahía Honda”.
Vale destacar igualmente el encadenamiento que los beneficia tanto a ellos como a cooperativas de Candelaria, a las cuales prestan servicio de preparación de tierra para arroz, porque no tienen maquinaria; en correspondencia, reciben una parte de ese grano a un precio razonable.
Así garantizan el arroz para el comedor, para los trabajadores y su familia, y para vender a la población.
“Lo mismo pensamos con el huevo, gracias a la compra de 4 000 aves; a partir de marzo, tendremos para los comedores, la gente nuestra y cierta cantidad para el pueblo”, señaló.
Son pasos precisos, aun cuando queda mucho por andar. Cada jefe de colectivo laboral y director de UEB habló sobre sus siembras e inversiones, la maleza eliminada a base de sudor sin límite de horario, la perspectiva de ingresos atractivos y la venta inmediata de productos a la comunidad.
Hubo diplomas, por supuesto, al Mejor Colectivo Laboral (el Vivero de Vereda) y la UEB que más se ha transformado a sí misma (la de Producción).
No obstante, habrá que coincidir con el director general en algo: ver rostros tan jóvenes (gran parte de mujeres) que lideran, eliminan herbazales, erigen prometedoras plantaciones y no permiten que el rudo sol les arrebate la sonrisa, convida a creer en todo cuanto se han propuesto.





