Muchos fueron los extranjeros que combatieron junto a los cubanos durante nuestras guerras por la independencia. Varios de ellos ocuparon cargos de importancia y alcanzaron altos grados militares. El más conocido es el Generalísimo Máximo Gómez, dominicano, General en Jefe del Ejército Libertador en las contiendas del 68 y del 95. También fue notable el desempeño del mayor general Tomas Jordan, norteamericano que dirigió el mambisado en una etapa de la gesta del 68.
Por solo citar dos ejemplos más de valiosos internacionalistas de este período de luchas: el general de brigada Henry Reeve, nacido igualmente en Estados Unidos, cayó en combate en tierras cienfuegueras y el chileno Pedro Vargas Sotomayor, héroe de Cacarajícara, murió en medio de la guerra en el lomerío de Bahía Honda.
Igualmente en tierras de Vueltabajo combatió el mayor general Juan Rius Rivera, nacido en Mayagüez, Puerto Rico, el 26 de agosto de 1848. En la Guerra de los Diez Años se incorporó a las filas mambisas y combatió en las zonas de Camaguey, Holguín y Las Tunas. Mantuvo siempre una actitud en favor de la continuidad de la guerra y de la unidad revolucionaria, destacándose su participació en la Protesta de Baraguá.
Al iniciarse la Guerra del 95 se encontraba fuera de Cuba, intentando iniciar una invasión militar para gestionar la independencia de su país. Aquel empeño no dio frutos y pidió venir a Cuba para incorporarse a la guerra por la región occidental, donde se encontraba operando el Lugarteniente general Antonio Maceo. El desembarco se produjo por la caleta de María la Gorda, el 9 de septiembre de 1896, en el vapor Three Friends y en ella vinieron, otros, el joven Panchito Gómez Toro, hijo del Generalísimo y el artemiseño Ramón Villalón.
Tanta importancia le dio Maceo a la llegada de Rius Rivera al país, que se ocupó personalmente de recibir aquella expedición. Para ello emprendió una jornada que inició a principios de agosto y se extendió hasta su regreso definitivo a la Sierra del Rosario en el mes de octubre. Innumerables fueron las gestiones del bravo jefe oriental en el extremo occidental de Cuba para encontrar a la tropa expedicionaria, casi perdida en aquellos parajes.
En el itinerario de regreso al Rosario, el patriota puertorriqueño libró acciones combativas que se inscriben entre las más intensas de la contienda: Montezuelo, Tumbas de Estorino, Isabel María, Ceja del Negro y Galalón. De Tumbas de Estorino, cerca de Mantua, llevó siempre en su memoria la heroica acción del artemiseño Alberto Nodarse Bacallao, que junto a otros dos oficiales salvaron la bandera cubana cuando no pudo retenerla el abanderado, al resultar herido y estuvo en peligro el pabellón patrio de caer en manos españolas.
A lo largo de la campaña de Pinar del Río, fue nombrado jefe de la División del mismo nombre en sustitución del general Pedro Díaz y participó en los combates de mayor importancia, como los de Soroa y El Rubí. No en balde quedó como jefe de toda la provincia cuando Antonio Maceo salió de la provincia y tras su muerte en combate, en San Pedro, el 7 de diciembre, Rius Rivera ocupó la jefatura del Sexto Cuerpo del Ejército Libertador en el occidente de Cuba. No ostentaba todavía el grado de mayor general, que si tenían otros oficiales mambises. Todo un reconocimiento a sus cualidades como jefe militar de prestigio, probada lealtad y liderazgo demostrado.
En el desempeño de tan alta investidura, protagonizó con éxito cerca de 40 combates hasta que cayó prisionero de fuerzas españolas el 28 de marzo de 1897, al recibir tres heridas de bala que pusieron en peligro su vida en el combate de las cabezas de Río Hondo, zona muy cercana a la comunidad Las Terrazas. Sufrió prisión en Cuba y en cárceles españolas. Cuando regresó ya la guerra había terminado.
En el período de ocupación militar norteamericana fue gobernador de La Habana, Secretario de Agricultura y férreo opositor a la Enmienda Platt. En la República, como Secretario de las carteras de Hacienda y Gobernación, en el equipo del Presidente Tomas Estrada Palma y Representante a la Cámara por la provincia pinareña, continuó Rius Rivera sus vínculos con esta parte del país, que solo disminuyeron cuando trabajó en el servicio diplomático de Cuba en otros países.
A 177 años de su natalicio, al patriota puertorriqueño Juan Rius Rivera se le debe recordar por su profundo amor y respeto al pueblo cubano, como símbolo de combatiente internacionalista en nuestra gesta independentista, que dejó su sangre en suelo de Artemisa.
Pidió que si moría fuera de Cuba, sus restos fueran trasladados a reposar en esta tierra. Falleció en Honduras, en 1924. Desde el 29 de abril de 1958, sus restos germinan en el Cementerio de Colón.