Si tuviera que definirse, Yeissel Aguiar Pardo lo haría como una mujer realizada. La retinosis pigmentaria amenazó con empañar su futuro a los quince años –cuando las ilusiones más deberían iluminarnos– mientras concluía el noveno grado en la escuela especial para ciegos y débiles visuales Abel Santamaría Cuadrado, en Ciudad Escolar Libertad.
La subida de la tensión ocular le destrozó el nervio óptico. Le hicieron todos los estudios, la evaluaron especialistas de muchos países, pero finalmente la adolescente debió replantearse la vida, con obstáculos y oportunidades, luego de que le abandonara uno de sus sentidos.
Esta no es una historia común; muchísimo menos debido a que Fidel estuvo junto a cada desvelo por preservar la salud de Yeissel y nunca dejó de preocuparse por ella. Tan hermosa amistad nació en el Palacio de Convenciones de La Habana.
“Fue en 2005, cuando me preparaba para participar como delegada al XVI Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, con sede en Venezuela. Le canté una canción compuesta en el centro en saludo a su cumpleaños 79, y no pude evitar el impulso de correr hacia él. Nos abrazamos; sin dudas lo recuerdo como un momento muy bonito.
“En esa época terminaba el duodécimo grado y me preguntó qué deseaba estudiar. Respondí: Derecho, de acuerdo con su ejemplo. Mi generación y las anteriores lo vimos como paradigma. Mi mamá dedicó buena parte de su vida al trabajo de los tribunales; sin embargo, mi decisión profesional también guarda estrecha relación con la figura de Fidel.
“Al conocer mi preferencia sostuvo que en el mundo existían dos grupos: los astros y las estrellas. Los primeros brillaban con luz propia, en tanto las segundas necesitaban de estos para irradiar luz. «Escoge el bando en el cual estarás, aconsejó». Le aseguré que intentaría siempre ser astro.
“Fidel confió en mi inteligencia y corazón. Una frase frecuente para motivarme era la de Rabindranath Tagore: Si lloras por haber perdido el sol, las lágrimas no te dejarán ver las estrellas”.
Entonces Yeissel estaba inmersa en cuanta iniciativa reclamara el regreso de los Cinco Héroes a la Patria: Comités de Solidaridad, el programa radial La luz en lo oscuro… “Soy abogada porque nunca me ha abandonado el sentido de la justicia”.
La carrera de Derecho representó la única opción en su boleta, si bien tenía 100 puntos de promedio e igual calificación en pruebas de ingreso.
Y como si no bastara la osadía, se fue a la Universidad Agraria de La Habana Fructuoso Rodríguez, con régimen interno y bien distante de la familia, a cumplir con creces el anhelo de luchar por la dignidad humana, pues resultó la alumna más integral de su Facultad, de la casa de altos estudios y Título de Oro.
Fidel, como le llamaba sin más grados ni honores, se mantenía al pendiente de cada detalle de Yeissel: mascotas, familia…, hasta enviarle una máquina braille, donada a su escuela especial, en el afán de contribuir a la educación de otros niños.
Los empeños de esta enérgica abogada parecen clonarse: ha sabido criar a su hija, alcanzar la Maestría en Ciencias Penales y Criminológicas, y ya aspira al doctorado. Yeissel agradece el talento y las oportunidades de la Revolución, sin la cual, tal vez, no se confesaría plenamente feliz y empoderada.
“No podría calificarlo con una frase. El altruismo, la humildad, la honestidad, la modestia, el desinterés… escapan a las palabras. Combinar valores y grandeza lo convirtieron en una persona excepcional”.