Llegar por el proyecto sociocultural la Finquita del arte en playa Baracoa, municipio Bauta, es un privilegio único que invita a escribir. El polvo del camino y el olor a tierra fértil, te da la bienvenida. Entre guayabas, frutabomba, cebollinos, el cantío del gallo y algún que otro cerdito, visualizamos el cartel que identifica el proyecto.
Allí nos recibe el protagonista de esta bella historia. Miguel Alexei Rodríguez Mendiola. Hombre sencillo y jovial, graduado en la Academia de las Artes San Alejandro como pintor. Un capitalino nacido el 9 de junio en San Miguel del Padrón, que ya se siente artemiseño adoptivo. Por eso está aplatanado en Bauta. Ya olvidó el ruido citadino para adentrarse en la tranquilidad del campo, cerca del mar al norte de la provincia.
Autentico y enraizado en el arte creativo, Rodríguez Mendiola teje su propia historia. Junto al aroma a salitre y aire puro que convierte la obra en oasis, encuentra placer en la enseñanza artística. Crear obras con elementos naturales, que para muchos son inservible, le llenan de amor el alma.
De sonrisa campechana y hablar pausado, el artista que salva distancias y obra en bien de la comunidad, inserta a las familias en su proyecto comunitario La Finquita del arte. Regala los frutos que allí cultiva y educa a los niños en la creación artística. A su alrededor el ingenioso mundo infantil, se mezcla con la naturaleza que le rodea y los infantes pintan sus sueños.
La observación de la naturaleza y la meditación, han generado el arte”, escribió el filósofo, político y orador romano Marco Tulio Cicerón. Lo sabe Miguel Alexei, artista de las artes plásticas inmerso en una realidad que lo inunda y enamora. La misma que respira entre recortes de papel, caracoles y cartulinas. Una entorno que dejó de ser quimera para generar premios de sus alumnos en eventos nacionales e internacionales, organizados en Cuba y el exterior, por la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas, FAO.
Inicios, y retoños de un proyecto
La Pandemia de Covid 19 no detuvo el empeño de quien hace camino al andar. Por el contrario, lo hizo eje primordial de la comunidad. El sueño dejó de serlo y las quimeras se fueron a volar, junto al mar embravecido que devora la maleza. Nacía entonces el proyecto sociocultural La Finquita del arte. Lo que antes fue un espacio para la cría de cerdos, pasó a ser el salón de las artes. Entre grandes muros de rusticas piedras, los niños encuentran el mejor lugar para dibujar, jugar, cantar y emular con sus padres. Sí, porque en La Finquita del arte las madres tienen su espacio.
Ellas pintan la imaginación de sus niños. Recortan, rasgan y utilizan pegamentos para adherir figuras de la naturaleza a los dibujos de sus retoños. Organizan excursiones que promocionan la experiencia cultural del proyecto. Todos los domingos se reúnen como una gran familia. Sueñan despiertas, degustan un té, declaman un poema y hacen valer la frase martiana que reza: “El arte es el modo más corto de llegar a la verdad y ponerla, de manera que perdure en las mentes y los corazones, apelando así a la función comunitaria de este”.
Rodzey, un fruto de la Finquita del arte
La joven Rodzey Linares Rodríguez, es un fruto de La Finquita del arte. En ella se resumen amor, pasión, laboriosidad y empeños, por ser cada día mejor. De niña sabía que su sueño era ser artista, pensó ser pintora. Entonces, se cobijó en la sombra de Miguel Alexei y creció en La Finquita del arte. Se graduó como instructora de arte en la escuela 13 de Marzo de San Antonio de los Baños, en la especialidad de teatro. Desde las tablas, pintó sus propios sueños.
Hoy tiene dos niñas de cinco y seis años, Alanis Isabel y Maria Amalia. Infantes que recorren el camino que ella labró. Dibujan y corretean en la inmensidad del salón y los trillos que conducen a los cocoteros. Para ellas el domingo es sagrado, porque guarda emociones en un espacio ecológico para crear y divertirse.
No hay dudas. La obra de Miguel Alexei Rodríguez Mendiola, trasciende por sus encantos. Los alumnos que dirige y enseña, representan la mejor creación. Alcanzan premiados en eventos nacionales e interraciales organizados por la Organización de las Naciones Unidas para la Alimentación y la Agricultura FAO. Es el caso de la niña de 13 años Maikely Palacios Díaz, ganadora del concurso “Un mundo por alimentos”.
Después de deleitarnos con el genuino arte desde la finquita y sin querer apartarnos de sus encantos, llega el momento de la despedida. Miguel Alexei Rodríguez Mendiola, nos obsequia la refrescante agua de coco. Extiende su mano de artista e invita a un nuevo encuentro. Otros proyectos lo esperan, siempre para crear nuevas emociones desde “La Finquita del arte”.

