La magia del teatro seduce y enamora. Mucho más, si llega disfrazada de payasita, en la piel de una joven mujer. Humedecer las pupilas y sonrojar el rostro, no le avergüenza cuando sabe recordar sus raíces. La memoria navega cual barquito de papel y hace puerto en el poblado El Junco, de Güira de Melena.
Allí, creció la niña Nachy Valle Amaro. Lo hizo con el olor a polvo del camino y el trinar de las aves en los amaneceres. Sabía que un gran artista dormía en su corazón. Tatuarse en el alma los sueños que guardaba en una maleta, cual escenario teatral, la llevarían al triunfo.
Nunca dudó en ser artista. Regalar sonrisas y amor a los niños, es una premisa traviesa que despierta las musas del intelecto en el proyecto Manos a las tablas, del cual Nachy es protagonista. La payasita Cachucha y el espectáculo Teatro en la maleta, representan su mejor imagen.
Graduada del primer curso de la Escuela de Instructores de Arte 13 de Marzo, de San Antonio de los Baños, Nachy aprendió las herramientas para defender sueños, proyectos y esperanzas. Julio Capote, fue su maestro en la pantomima. El payaso Yoyi, el paradigma de sus inicios.
Todos le enseñaron que el camino tiene asperezas, pero también rosas de suave aroma, esas que llegan tras una sonrisa infantil y el beso agradecido del niño que le aplaude.
Abrir la maleta del teatro de Nachy, es sinónimo de encontrar canciones, juegos, trabalenguas, marionetas, poesía y magia, envueltas en cada presentación de esta joven artista. Una madre que se desdobla en la escena, porque no encuentra aliento sin el arte. Mía Alicia, es su mejor musa. Un embrión que crece a la sombra del talento de mamá.
Hoy Nachy Bello Amaro, defiende el teatro en cualquier rincón. No importa si el escenario es improvisado. Un parque, una plaza, la escuela o círculo infantil, le resultan ideales para actuar y soñar. Para ella el teatro en Güira de Melena y Artemisa, no está muerto, solo duerme en la alfombra mágica de aquellos que no se atreven a despertarlo.
Mientras, Nachy, desde la payasita Cachucha, juega con los niños y cuenta historias de sapitos, viaja a la playa y degusta imaginarios chiviricos. Todo con el teatro que guarda en una maleta.