Orgullos que taladran los pechos, miradas en retrospectiva, ideas fijas en la bondad que los condujo -no por caminos tan fáciles ni hazañas tan comunes- al Título Honorífico de Héroe o Heroína del Trabajo de la República de Cuba.
¿Quiénes son los artemiseños honrados con tan alto reconocimiento? ¿Por dónde caminan? ¿En qué municipio conviven con esposas, nietos o añoranzas?
¿Andan mustias sus hazañas de ayer en un mundo tan virtual y ajetreado como el de hoy? ¿Y en su vecindad, en la escuela más cercana, la bodega o el punto de gas, en su centro laboral de siempre o en el sector donde reseñan su historia laboral, les conocen?
El más “Pillo” de los héroes
Elpidio Hernández Soa a sus 83 años de edad no hay motor ni caja que se resista a su magia de echarlos a andar. No se concibe sin el overol lleno de grasa ni la marca de hierros o herramientas en sus manos obreras. “Siempre tengo trabajo”, dice, y sonríe como otra virtud: el carácter afable de una persona especial.
“Soy mecánico desde que nací, pude tener otros oficios, pero desde 1963 anduve entre guaguas, a veces en algún flete, pero lo mío es el ruido desde abajo.
“Entraba al taller a las ocho o antes, y si alguien no me decía: Pillo son las diez de la noche , yo seguía entre tornillos y tuercas buscando la solución.
“Ahora trabajo por cuenta propia y mi taller ha sido escuela. El orgullo de enseñar también me satisface, al igual que echar a rodar una ambulancia o los mismos vehículos de Cupet, donde me solicitaron servicio por un mes y estuve siete, pero quedaron complacidos.
“¿Transporte en la provincia? No sé casi nada ni de nadie. Estoy dispuesto a ayudar, pero al parecer no me han necesitado.
“¿Del sindicato Nacional? Recuerdo las casas en la playa, que disfrutaba en familia, pues para dedicarle tiempo al trabajo hay quienes están en la retaguardia, por decirlo de esa forma”, e insiste, “estamos lejos de ser tratados como lo que representamos para el país”.
Presente a cobrar en el futuro
Reinaldo Espinosa Collazo (Upita), es presidente de la UBPC Rigoberto Corcho hace una veintena de años. Sin importar si viste camisa sudada o polvorienta, la mejor guayabera o el pulóver de salir, ostenta el sello de Héroe… desde 2023 cuando se lo impusieron, y dice con franqueza palabras que duelen.
“No se trabaja por reconocimientos, deberá existir vocación y sobre todo fidelidad a lo que uno decidió ser y hacer, sin embargo, la motivación es básica, y se va perdiendo.
“Mis hijas me dicen que no desean ser como yo. Apenas duermo cuatro horas, tengo más líos que soluciones, ni siquiera cuento con el simple privilegio de obtener fácilmente una balita de gas, mis vacaciones se diluyen entre cañaverales y otras labores no menos espinosas.
“¿Qué pasa con nuestra producción de azúcar? Pregunta que se responde con otras. ¿Y la emulación socialista? ¿Dónde quedó el estímulo a los cortadores de caña millonarios, unidades o empresas? ¿Qué satisfacción tienen los cumplidores y sobrecumplidores de este sector? ¿Cómo una familia se siente orgullosa de su trabajador azucarero? En el factor humano debemos pensar más, y actuar de inmediato.
“Existen vehículos de estímulos a médicos y deportistas, que no diré jamás que no lo merecen, pero habrá que buscarle las cuatro patas al gato, ni siquiera he podido estar cerca en la lista de los posibles cambios de vehículos, pues no es valores humanos lo que se necesita, es dinero”, dice con voz ya quebradiza.
“De un día a otro perdimos las unidades de esparcimiento, ni la Casona del Lavandero ni la del Lincoln, ni la Villa San Pedro, en Bahía Honda, ni, ni…”.
No habla solo por él. Está activo (le restan unos seis años para la edad de jubilarse), en una entidad que diversifica producciones y eleva sus ingresos con respecto a otras, lo cual es mejor salario. “Hablo por el resto ¡Si no enderezamos el presente nos lo cobrará el futuro!”
“Estoy casi sola, con una sobrina como familia, necesito seguir atada al sector que ocupó 39 años de mi vida, aunque son otros tiempos, mucho puedo aportar.
“Correos de Cuba ha tenido muy buenas atenciones con quienes ostentamos este título, trabajadores vanguardias y otros cincuentenarios. He conocido lugares preciosos de Cuba en vacaciones que jamás hubiera podido costearme. “He participado en asambleas nacionales. Me satisface actualizarme; no obstante, este año ni una llamada telefónica. Y de la provincia no tengo nada que contar, salvo las relaciones con el sindicato y la CTC.
“No es tener privilegios, la razón anda mezclada con servicios de salud”, dice quien, a los 74 años de edad, tiene una colostomía y otros padecimientos, y como una artemiseña común, en la farmacia la espera el bullicio de todos, sin que se perciba en esa cola, incluso, en la de la balita, a una Heroína del Trabajo de la República de Cuba.
¿Sobra inercia o falta sensibilidad?
Solo tres opiniones, otras líneas traerán el sentir del resto de los protagonistas de tan alto mérito, que, en su totalidad, agradecen a la CTC y a los sindicatos del territorio las atenciones, sobre todo en fechas significativas, pero no basta: habrá que desterrar inercias entre empresarios, compañeros de trabajo, vecinos, organizaciones de masas… y conquistar sensibilidades.
