Nivia, Xiomara, Amelia… Cualquiera de ellas pudiera ser inspiración para poetas y periodistas. Incluso, a los fines de ambas profesiones también atrapan las historias de otras 900 mujeres que ahora mismo encabezan con su imprescindible labor la campaña tabacalera 2024- 2025 en Artemisa.
Pero, en los fértiles suelos de esta tierra, específicamente en el Ariguanabo, donde se cultiva uno de los mejores tabacos del mundo, dos mujeres sobresalen por su pasión, conocimiento y dedicación.
Ambas son pilares fundamentales para la obtención de la preciada capa de exportación, con que viste ante los ojos del mundo, el inigualable puro cubano. Ellas son Marisela Hernández Valle y Gloria Rodríguez Armas.
La primera con su voz suave y melodiosa cautiva con su oratoria sobre el arte de curar la solanácea. Lo hace además con sobrada experiencia y pasión. La otra, es un ser todoterreno que da lecciones de cuánto es capaz de hacer una mujer empoderada.
En la UBPC La Reserva, de la Empresa de Acopio y Beneficio del Tabaco Lázaro Peña, en San Antonio de los Baños, Marisela durante 32 años ha desarrollado un ojo experto, capaz de identificar un tabaco de calidad con solo observarlo.
Al frente de la batería de cura San Blas, supervisa minuciosamente cada etapa del proceso, desde que las hojas verdes llegan del campo hasta que alcanzan las características ideales para el torcido.
Su compromiso con la calidad se refleja en la precisión con que controla la temperatura y la humedad, asegurando que cada hoja alcance su máximo potencial. “Cada productor, con sus ensartadoras y subidores de cuje, llena una casa de tabaco en dos días. Una vez concluye este procesos comienza la cura. Empezamos con una temperatura de 30 grados y la humedad en 92”, recita Marisela cual verso aprendido de memoria.
“Después, al cuarto día, comenzamos a bajar la humedad a 85, porque empieza a marear el tabaco. Durante la fase de amarillamiento la temperatura y la humedad deben mantenerse a dos grados de diferencia.
“Ya en la fase de secado o desarrollo de color revisamos si quedan venas verdes en algunas hojas. Así en unos cuatro o cinco días más, estarán listas para proceder al zafado», agrega.

¿Y si falla la cura? “Sencillamente no habrá capa de exportación”, concluye Marisela.
Gloria, por su parte, ha trazado un camino singular. De profesión pedagoga, llegó al mundo del tabaco por casualidad, pero su dedicación y talento la convirtieron en una verdadera “Mujer Habano”.
Tras dirigir la UEB de Beneficio San Antonio de los Baños y desempeñarse como especialista de la Empresa de Acopio y Beneficio del Tabaco Lázaro Peña, decidió dar un paso más allá y, desde hace diez años, cultiva y cosecha su propio tabaco.
Su destacada labor en la pasada campaña tabacalera la llevó a superar los 600 manojos de capa de exportación por hectárea, hecho que la consagró como productora élite.
Actualmente, se encuentra inmersa en la construcción de una escogida, un proyecto que le permitirá controlar todo el proceso productivo, desde la siembra en cepellón hasta la entrega de la capa a las tabaquerías.
Su visión integral y su compromiso con la calidad la convierten en una figura inspiradora para las nuevas generaciones de productores.
Ambas mujeres con personalidades y labores diferentes, están unidas bajo una misma pasión: el amor por el tabaco cubano y el compromiso con la excelencia.
Ellas, con su trabajo incansable y su profundo conocimiento, contribuyen a mantener el prestigio del tabaco cubano y a consolidar a Artemisa como una tierra de puros excepcionales. A ellas debe también el Habano su renombre y gallardía.