Los jóvenes, que regalan sorpresas gratas y otras no tanto, serán siempre indicador certero para medir el ritmo de la vida.
Amigos del preuniversitario iban en una guagua comentando sobre las últimas descargas en su móvil. Una del grupo contó a sus compañeros los libros que se ha leído gracias al celular, pero para sorpresa mía la muchacha fue tildada de “loca”, ante lo absurdo de gastar megas en eso, porque: “mija, los libros no te aportan nada”.
Desestimar el valor de los textos literarios y la lectura, dista de ser una novedad en la era de las pantallas y, para los más pesimistas, también de los antivalores. Lo insólito es que se justifique con la puesta en duda de “los aportes”.
La literatura, a manera de arte o de ciencia, jamás dejará vacíos, en tanto es capaz de llenar tantísimos espacios allí donde la abracen, y hacerlo siempre de cosas positivas; se dice, se sabe y se reitera, pero sin temor al cansancio seamos las voces que se alcen siempre a su favor.
Artemisa vivió la Feria del Libro y en esos días de fiesta literaria pareciera que la normalidad se instala, que el sentido común es cosa cotidiana. Vimos gente llevando libros, hojeándolos, queriéndolos, y son estampas que aportan fe.
Solo falta que trascienda marzo el embeleso por las letras y el conocimiento. Que los raros y los distintos no resulten quienes leen, y que eso nos alcance para que nadie se confunda con los sentidos que implican la cordura o la locura.
La sociedad, esa que anhelamos segura, tranquila, feliz; depende mucho de los seres humanos que formemos. Si ofrecemos libros a nuestros hijos, las garantías de decencia en el futuro serán mucho mayores. El arte aporta tanto a las almas y el saber tanto a la mente y a las decisiones.
Armémonos de sensibilidad, poblemos el mundo con personas sensibles, los libros son una vía y será tan efectiva nuestra ley, tan auténtico el poder que nos asista.
Los jóvenes están aquí, son el hoy, ya deciden, es preciso que entiendan a tiempo, qué es lo fecundo en esta vida.
La ciencia de lo absurdo tiene serias implicaciones, parece risible, divertidas las anécdotas, pero cuidado, mucho cuidado con lo que juzgamos a la ligera.
Tu “aporte” a la causa del bienestar, puede radicar también en militar a favor de los libros. Hacer que la sociedad les “descargue”, marcará diferencias definitivas