La típica niña sin pena para hablar en público o leer un comunicado siempre supo qué le estremecía, aun sin tener conciencia sobre el futuro. Danielis Carmenate Naranjo comenzó en un programa infantil en un estudio de radio de su natal Guanajay y desde entonces el deseo de comunicar solo ha crecido a pasos agigantados.
“Luego en el preuniversitario intenté varias veces hacer una radiobase y me despertaba antes para dar el de pie y leer noticias, todo por iniciativa propia, pero con buena acogida. Al momento de escoger una carrera supe que no había escuela de locución. Eso me entristeció y no me presenté a pruebas de ingreso. La mala formación vocacional me jugó una mala pasada”.
Por aquella época al centro estudiantil Ernesto Che Guevara, conocido como Ceiba uno, acudían muchas personalidades de los medios de comunicación y Danielis preguntaba por la posibilidad de moldear su talento. Alguien le comentó sobre los cursos de locución en el Instituto Internacional de Periodismo y sin perder un minuto partió hacia La Habana.
“Cuando me avisaron para empezar aquello fue como ganarme un Oscar. Así estudié con Antonio Pera, figura destacadísima de la locución en Cuba”. Tiempo después, mediante un escritor de Radio Artemisa, llegó hasta las puertas de esta emisora que arriba el primero de abril a sus 84 años, donde Danielis ha compartido la mayor parte de su vida.
“Me ayudó también mi vecino Manuel Ramírez Heras, multipremiado director de programas. Recuerdo que entré al actual estudio de edición, me puse audífonos y me dieron a leer un texto. Ahora puedo asegurar que se trataba de un comentario; sin embargo, en aquel momento no tenía ni la menor idea. Sí sé que lo leí diferente, pues había escuchado Radio Progreso casi desde que tengo uso de razón”.
La influencia de la prestigiosa emisora le allanó el camino, aunque la aptitud iba por dentro. Danielis es de las que opina que “la locución se lleva en el ADN y se nota por la falta de miedo a la hora de asumir determinadas especialidades. Se evidencia en la gracia al comunicar, más allá de la técnica. Ese ADN incluye sentimientos, emociones que embellecen nuestra labor”.
Aprender de voces consagradas como las de Javier Izquierdo e Idania Betancourt ha marcado su tránsito por Radio Artemisa, además de situaciones simpáticas como quedarse en blanco en medio de una transmisión en vivo, anunciar mal un tema musical o un ataque de risa al aire.
Pero “lo más lindo de la radio provincial es el hecho de convertirse en la estrella del pueblo, lo cual me satisface, sin ánimos de fama. A través de esta especialidad artística me he sentido útil. He trabajado también con un director como Yusiván López, con el cual logramos excelentes producciones y premios en festivales nacionales. Me satisface ese reconocimiento diario, a veces sin títulos, a nuestro trabajo”.
Identificar programas definitorios en una carrera de más de dos décadas suele resultar complejo. En el caso de Danielis existen dos: la revista informativa Aquí Estamos, por el reto de superarse, y la revista cultural Con luz propia, poco valorada debido al horario vespertino, pero que dejó huella en el alma de esta locutora.
Mucho podría hablarse de su trayectoria, hasta su paso por Radio Cadena Habana y el programa de participación Agárrate que viene en curvas. Esa etapa la enseñó a valorar la nobleza de emisoras comunitarias y el desafío de los locutores, que deben prepararse para cualquier eventualidad.
Esta mujer se confiesa repleta de sueños: desde el afán de que su voz impresione por la gravedad en la cola del pan, hasta el de ganarle a la apatía, las urgencias económicas y que la radio conquiste a la juventud, se expanda mediante equipos receptores y sea más utilizada por toda la sociedad. Anhelo escuchar: “Lo dijo Radio Artemisa”.
“La radio me llena como mujer, compañera de trabajo y amiga. Aquí he vivido todas las etapas de mi vida y me ha salvado en todos los sentidos”.