Me temí lo peor. Los Gladiadores de Artemisa parecían chicos que nunca habían pateado un balón. Imaginé una goleada cuando los visitantes de La Habana pusieron el marcador 2-0. Lucían presa fácil: sin defensa, sin desborde, sin desmarques, mientras los capitalinos gozaban de espacios para correr. ¡Vaya estreno en el Torneo Apertura de la 108 Liga Nacional de Fútbol!
Daniel Marín y José Luis Rodríguez mostraron una pegada extraordinaria, tan pronto se acercaron a la portería local. ¡De pie y de cabeza!
Los habaneros volaban por las bandas y, cuando los anfitriones lograban llegar donde el arco contrario, un mar de piernas disolvía el ataque. Pudo haber sido una masacre, pero terminó el primer tiempo… y no se concretó.
Entonces, llegó el descanso y la charla, o quizás halón de orejas, casi mágico: en el segundo tiempo, al terreno de Grandes Alamedas, en Ceiba del Agua, Caimito, salió un equipo muy diferente, ¡con hambre de triunfo!
Al pasar los minutos, la posesión se equilibró; qué digo, se desequilibró en favor de las huestes artemiseñas. Los muchachos de Miguel Ángel Sevillano se adueñaron de veras de la cancha. Olieron el cansancio (o el temor) de sus rivales, y salieron a por ellos.
Sí, a los azules también los cambiaron. El público que no creyó en gradas sin techo desde el paso del huracán Rafael, estaba eufórico, de ver a los suyos atacar sin piedad a quienes quisieron barrerlos antes. ¡El jugador número 12 multiplicó el ímpetu de los 11 rojiblancos sobre el césped!
Sin embargo, la verdadera locura se desató cuando Roman Veitía enganchó un balón en el área y con una preciosa volea lo mandó al fondo de la red.
Era el minuto ’83 y en lo que restaba podía pasar de todo. Apenas en el 87, un penalti prometía el premio merecido: Osmín Hernández Junior no desaprovechó la ocasión desde los 11 metros. La pizarra del 2-2 era justa.
Los Gladiadores despertaron y casi cenan Leones. Si hubieran comenzado así, seguramente habrían sumado tres puntos. De todos modos, la épica vivida en la segunda parte bien vale un festejo.
Osmín Hernández, preparador físico del equipo, comentó que, durante el descanso de 15 minutos, “se les explicó a los muchachos las deficiencias que tuvieron en el primer tiempo, la poca movilidad e incomunicación y las rotaciones que nunca existieron.
“Influyó también el desgaste de los jugadores de La Habana. Aunque nosotros también nos desgastamos debido a la insuficiente preparación, hizo más efecto en ellos. Logramos empatarles y sacar un buen resultado.
“El primer gol fue de excelente factura, obra de un jugador muy versátil, que puede jugar como defensa, medio o delantero; lo tenemos para estas ocasiones”, señaló.
Y así comienza la andadura de estos chicos en el Torneo Apertura. El próximo sábado se trasladarán hacia la Isla de la Juventud, al siguiente hacia Pinar del Río y luego a La Habana, para regresar a su sede solo hasta el 12 de abril, de anfitriones de los pinareños.