Hay que ser muy atrevido para escribirle versos a una dama, cuando la mujer en sí misma es pura poesía. Pero ¿qué puedes hacer cuando te invitan a regalar cariño en el espacio universitario Comunicar, y hacerlo bien, tiene sello de mujer?
Además, esta vez los poemas fueron: la locutora Danielis Carmenate; las periodistas Yudaisis Moreno y Yarima Córdova (directoras del periódico y el telecentro de la provincia); la también periodista, cineasta e influencer Ana Hurtado; las escritoras Mireisy García y Olga Montes, la rectora Adianez Fernández y Lis Cuesta, directora de Eventos del Ministerio de Cultura.
La idea se le ocurrió a Andry González Pacheco, jefe del Grupo de Comunicación Institucional de la Universidad de Artemisa, quien concibió las preguntas, el intercambio y el desfile de versos rimados para ellas, con la colaboración de varios poetas y un aprendiz como yo.
¿Qué decirle a Danielis, sino que prefiero escuchar su voz a mi canción favorita? ¿A Yarima, sobre su elegancia y distinción? ¿A Yudaisis de cuánta empatía provoca desde su arsenal periodístico, y cuánto estimulan sus palabras como un buen café?
¿Qué metáforas usar en reciprocidad a Ana, por su honradez y criterio afilado, por el amor que trae a esta tierra desde España?, ¿para apreciar a Adianez por los logros en su hermosa obra?, ¿para reconocer en Liz a una mujer tan cubana como el himno y la bandera?
Yasiel Hernández, un joven estudiante de Periodismo, igual se pregunta si las mujeres que escriben llevan la vida en las manos, si su palabra abre un camino donde el silencio amenaza con cerrar puertas.
“¿Será que las maestras no sólo enseñan sino que siembran, que en cada aula hay una batalla contra el olvido, un recordatorio de que la palabra tiene peso y el conocimiento es un derecho?
“¿Será que ser mujer en la comunicación es escribir contra la corriente, es pelear contra quienes llevan espadas, es firmar textos que duelen pero sanan? ¿Será que son también madres de sus propios sueños? ¿Será que la comunicación las necesita más de lo que el mundo admite?”
Con Mireisy descubrimos que la poesía y la música se aman y cantan juntas. En Olga hallamos a la adulta que no deja de ser niña. Ambas llenan páginas de amor, en papel y en una voz capaz de navegar en el viento.
Hay que ser muy atrevido para escribirles versos a estas fascinantes mujeres. Solo mi admiración por ellas me permite dedicarles malos poemas sin avergonzarme.