Luce muy confiada, segura de sí misma, como nacida para demostrar que no hay oficio engorroso cuando a una mujer le sobran voluntad y entrega. Cada ocupación aprendida por María Regla Salazar Ledesma, resulta más compleja a la anterior, aunque al salir la explicación de sus labios… todo se simplifica.
“Esta aventura comenzó hace 22 años, cuando nació mi hijo más pequeño. Eran tiempos duros y me vi en la necesidad de ayudar a mi esposo. La verdad, a mí la cerrajería se me hizo muy fácil de aprender; desarrollé habilidades mientras veía a mi esposo laborando: lo mismo arreglo un candado que hago la copia de una llave. Lo más problemático es una caja fuerte, pero nada de imposible.
“Ser cerrajera me ha dejado más glorias que penas, sobre todo de carácter humano. No sabes la cantidad de clientes con poco poder adquisitivo que han pasado por aquí, y no por eso se quedan con su problema sin resolver; lo veo como una labor humanitaria y mi mayor satisfacción.
“Hago también mis encargos para centros asistenciales; llevo diez años vinculada a la sala de patología de cuello del hospital Iván Portuondo”.
El hierro, la grasa, pines y pestillos están por doquier en ese taller; sin embargo, mantiene sus manos bien cuidadas.
“Trabajo con una pinza de cejas muy fina, ligera, manuable, incluso me apoyo en ella para engrasar los candados, limpiarlos con agua o luz brillante, o para confeccionar alguna pieza necesaria. También uso destornilladores de estrías o de paleta, pero pequeños, fáciles de manejar”.
Esta mujer forjada de esa aleación de empeño y certezas, tampoco renuncia a sus vínculos laborales con el Estado.
“Primero trabajé como técnica en Sanidad Vegetal, en la Empresa de Cultivos Varios de Güira de Melena; luego, en el cine teatro de San Antonio de los Baños, donde ocupé los cargos de administración y dirección; actualmente, me desempeño como técnica de la Cruz Roja, una labor muy bonita y humanitaria”.
Otra pasión le despierta el Club de Radioaficionados.
“Soy la vicepresidenta del Radio Club de San Antonio, una obra muy vinculada a la Cruz Roja, pues los intereses casi siempre coinciden, como huracanes, la peregrinación a San Lázaro, maratones deportivos de gran magnitud… Nuestro grupo tiene 16 voluntarios radioaficionados, quizás el más completo de la provincia, incluso en equipamiento y preparación para enfrentar cualquier contingencia”.
Y entre otras tareas, como la secretaría de la Federación de Mujeres Cubanas en el bloque 14, también actúa como bombera voluntaria. Cumple con todo y atiende a la familia.
“Es que las tareas se unen como cadena, por eslabones. A veces estamos en una emergencia por la Cruz Roja, y se requiere la labor de los radioaficionados o los bomberos.
Además, mi familia no solo me apoya incondicionalmente, sino que me sigue. Mi esposo y mi hijo más pequeño también son radioaficionados y bomberos voluntarios”.
De alguna manera, esta ariguanabense encuentra momentos de ocio. “Mi espacio de distracción no puede ser interrumpido”, asegura mientras permanece atenta a la pantalla de la TV, voltea hacia mí por un instante su mirada acusadora… y me hace sentir culpable.
“Justo cuando usted llegó estaba viendo Amar y vivir, una novela turca que me relaja las tensiones del día”.