Desolador ha sido durante este mes el panorama en Guanímar, considerada playa otrora, y aun calificada así, en el corazón de su gente, sobre todo de quienes viven en Alquízar.
A más de un mes de la entrada del huracán Rafael por el sur, decenas de viviendas dañadas de forma parcial o total, son vista obligada, y un lodazal grisáceo parece no tener fin, y se empeña en cubrir hasta el último metro cuadrado del sendero.
Yamilé Campos Cantero, delegada de la circunscripción 27, asume su segundo mandato consecutivo.
Su vivienda sufrió serías afectaciones con el paso de Rafael, igual que le sucedió en septiembre de 2022, por los efectos de Ian. Como el resto de los habitantes de Guanímar, su familia fue evacuada en la Escuela Pedagógica Rubén Martínez Villena. Al regreso, encontró refugio junto a otros vecinos en el consultorio del médico de la familia. Desde allí, atiende a todos a toda hora, al tiempo que recibió y vendió varios días el pan y la leche, como si fuera la bodega misma.
«Después del huracán no han faltado en la comunidad las visitas de las autoridades del Partido y del gobierno en el municipio. Ese es uno de los factores que han permitido hasta el momento la prestación continua de servicios básicos a los pobladores», explica.
«Sin embargo, no hemos estado exentos de dificultades. Por ejemplo, se garantiza el combustible y el transporte escolar, pero en el horario de la tarde, a veces a las 7:00 p.m. los niños no han llegado, pues con el mismo ómnibus se montaba otro itinerario, y este de último. Atendiendo al reclamo, ahora regresan más temprano». La canasta familiar normada no es problema.
«Después del ciclón ubicaron los productos en la bodega La Estrella, a 6 kilómetros, pero el bodeguero Giovannis Napoles, y Alexander Torres, administrador de la cafetería, ayudaron, y Comercio envió productos para vender, antes recuperaron ambos establecimientos».
«Nos ocupa y preocupa el fango que inunda las calles. Desde julio de este año a hoy se ha acumulado, por tres llenantes. Cuando no es la falta de combustible es porque no hay equipos. Y el fango sigue ahí, entorpece el paso.
“Hace unos días recogieron algo, pero no regresaron, son unos cuantos metros cúbicos —que no podemos hacerlo— y proliferan las plagas de jejenes y mosquitos, además ningún medio de transporte quiere entrar, aunque le paguen. Solo los estatales. Salir o entrar es una odisea».
Uno de los servicios más estables es el abasto de agua potable. Cada dos o tres días llegan aquí dos pipas de agua y abastecen al vecindario. Vamos casa por casa», afirma.
«El problema más complicado y sensible es el de las propiedades de las viviendas, pues la mayoría no somos propietarios. Heredamos las casas, pero no tenemos actualizada la documentación. Y ese requisito se exige.
“Aunque nadie quedará abandonado, existe el temor de que se retrase la entrega de materiales, debo dedicarle tiempo». Dejábamos Guanímar atrás con la confianza de que se resolverán muchas de sus molestias, pues como dice su delegada risueña y segura, las mujeres cubanas somos vencedoras de imposibles».