Marielena Pérez Almeida y Alfonso Leal Moreno acogen a todo el que llega a su puerta con el mismo cariño y hospitalidad. Están acostumbrados a la compañía y el apoyo incondicional de sus vecinos. Pero aquel día los ojos del barrio estaban en su hogar de la demarcación Reparto Nuevo por otra razón: los visitaba el Primer Secretario del Comité Central del Partido Miguel Díaz-Canel Bermúdez.
De la mano de Dinorah Acosta Fernández, delegada de la circunscripción siete en el municipio de Artemisa, llegó el Presidente de la República hasta la vivienda, una de las golpeadas por el feroz huracán Rafael en la tarde del seis de noviembre.
Las rachas de vientos arrebataron parte de la cubierta de este matrimonio de adultos mayores. Incluso, Alfonso es diabético y depende de una silla de ruedas. Un mar de pueblo rodeó la morada y muchos colegas de la prensa, incluida esta reportera, no pudimos escuchar el diálogo de Díaz-Canel con ambos.
Luego del intercambio, Marielena nos contó del interés del mandatario por su estado de salud. “Quiso saber si nos habíamos asustado mucho y pidió que nos cuidáramos”.
La conversación tuvo lugar justo debajo de dos fibras donadas por una vecina, pocas horas después del paso del fenómeno hidrometeorológico. Rápidamente, llegaron brazos y corazones muy próximos a la pareja para socorrerlos, abrigarlos y calmar la angustia, después del temporal.
“En 75 años nunca había pasado por una situación tan difícil. Estuve días sin dormir por la amenaza del ciclón. Nos resguardamos en el baño, la única habitación de placa, y allí dentro sentíamos cómo volaban los zincs y otros artículos”, decía, aún nerviosa por el recuerdo.
Si algo la reconforta es la cooperación mutua, asegura. Ya al mediodía siguiente le habían restituido las fibras destrozadas, gracias a la contribución de varios jóvenes con ganchos de techo y fuerza de trabajo.
La historia la conoció Díaz-Canel y su delegación, pues experiencias como la de Marielena y Alfonso se replican en cada rincón de este archipiélago.
Esta mujer delgada, que pareciera quebrarse por la pérdida de sus seres queridos y las adversidades de la vida, solo atina a agradecer una y otra vez el desprendimiento y el altruismo. Y no se cansa de ser útil, después de un intenso bregar como sanitaria en las zafras azucareras y pañolera del Contingente Armando Mestre, en Santa Cruz del Norte, todavía es activista del barrio e integra la comisión de prevención.
La enfermedad de su hija a los 28 años y las sucesivas convalecencias de familiares la obligaron a permanecer en casa. “Tengo el respaldo de la delegada, de la Federación de Mujeres Cubanas y el Ministerio de Trabajo, que nos ayuda, aunque siempre hemos participado en todas las tareas”, afirma.
Muchos lugareños recordarán sin dudas la presencia del Presidente en su zona. En el caso de Marielena y Alfonso tal vez esa sea una de las jornadas más emocionantes, y otro pretexto para alzar la mirada y encontrar el mejor testimonio de la solidaridad.
