Las personas con más éxito son las que sobresalen por su Plan B. Así les sucede a Daunier y a Pepe. Desde luego, hubieran querido formar a sus discípulos con todos los implementos necesarios para el tenis de mesa, pero solo tenían tres mesas con sus nets, y no iban a quedarse a esperar de brazos cruzados.
Para ellos no hubo Plan A. “Cuando el profesor José Francisco Pérez Pereda(Pepe) y yo comenzamos a trabajar en el Combinado Deportivo Francisco ‘Chito’ Quicutis, de Artemisa, no disponíamos de ningún otro recurso”, asegura Daunier Martín Barrios.
“Nos dimos a la tarea, mediante la colaboración de los padres de nuestros primeros alumnos, de conseguir algunas raquetas y pelotas, aunque no eran las indicadas.
“En cualquier entrenamiento, el piso se llena de pelotas. Cuando los niños corrían detrás de ellas, para recogerlas, muchas veces sin querer las pisaban y se escachaban. Así, en el primer curso, perdimos más de 50.
“Investigamos en Internet y encontramos disímiles aparatos útiles para el tenis de mesa. Entonces, tratamos de confeccionar los más necesarios. Diseñábamos, conseguíamos los materiales y probábamos esos medios. Empezamos con los primeros imprescindibles para la enseñanza.
“De inmediato vimos la mejoría en todos los aspectos. Y ahí nos fuimos embullando, hasta hoy en día, que tenemos 15 medios realizados aquí, en el área”.

Fabricantes de sueños
Dicen que en el mundo hay soñadores y creadores. Solo los creadores hacen realidad sus sueños. Daunier y Pepe se enamoraron del tenis de mesa: anhelan triunfos, medallas y un espacio en el Olimpo del deporte cubano; por eso, decidieron poner manos a la obra.
“Confeccionamos unas raqueticas de madera que servían para la iniciación. Luego nos dimos cuenta de la importancia de cuidar las pocas pelotas que teníamos, y creamos los recogedores de pelotas, uno más sencillo y otro un poquito más complejo, de más capacidad”, explica Daunier.
“Después montamos unas vallitas para la mesa, con tal de llevar a los niños a localizar la pelota a la hora del golpeo, que la pasara por las vallas. Ideamos una pelota estática con un muelle, para practicar repeticiones de los golpeos de derecha y de revés, y trabajar también los desplazamientos”, comenta Pepe.
“Hicimos una malla para recoger las pelotas al fondo de la mesa, a fin de que no se rompieran, y una canal de ejes de corriente o de batería), y automáticamente va tirándolas, suavecito, delante del chico, para que el profesor pueda corregirle los errores y enseñarle.
“Finalmente, preparamos una máquina de tirar pelotas, un robot capaz de lanzarlas con los cuatro efectos: arriba, abajo, lateral derecho y lateral izquierdo. Resulta muy útil para trabajar el golpeo y la devolución de los saques.
“Ese aparato, principalmente, es el niño de nosotros. ¿Por qué? Porque la diferencia entre el precio en el mercado y lo que nos costó aquí supera los 100 000 pesos. Sirve tanto para la Eide como para la ESPA, en la iniciación y en todos los niveles: el club de veteranos también lo utiliza”.

Ni científicos ni ingenieros
Ambos entrenadores han revolucionado la práctica del tenis de mesa en Artemisa. Su entusiasmo y voluntad incluso trascienden los límites geográficos de la provincia. Igualmente maravillaron a los asistentes al III Congreso Internacional de Ciencias y Educación, celebrado en el Palacio de las Convenciones.
En tan valiosa cita, apenas una profesora de Matanzas y ellos representaron el empeño de los formadores de deportistas en las provincias cubanas.
“Participamos en la modalidad de póster. Todos quedaron encantados con los medios que llevamos, a partir de materiales reciclados y hechos por nosotros, que no somos científicos, ingenieros ni nada, solo personas con gran entusiasmo, capaces de idear aparatos de mucha aplicación”, expresó Daunier.
“¿Por qué tan impresionados? Porque estos medios son caros y es preciso importarlos, desde las mesas hasta las máquinas de tirar pelotas. En Cuba no se produce ningún medio para el tenis de mesa. Ynosotros creamos una alter- nativa que se puede masificar; esa es nuestra idea.
“Un área con tales medios genera entusiasmo entre los niños. Queremos rescatar este deporte en la provincia, porque se había perdido. Y me parece que esto es un aliciente: ayuda al profesor y motiva al alumno a recibir sus clases y entrenar, con las condiciones necesarias, como en cualquier club del mundo. Son innovados por nosotros, pero cumplen las mismas funciones”.
Yerlenis Acanda Castañeda revela que el profesor pasó por las aulas de la escuela donde estudia su hijo José Alberto Díaz Acanda, y les mostró un vídeo. “Se entusiasmó enseguida y ese mismo día vino al área de tenis de mesa”.
Entrenadores como ellos no suelen rendirse, aunque no reciban siquiera raquetas ni pelotas. Ellos piden, eso sí, el renacimiento de los eventos provinciales y, por supuesto, el regreso a los Juegos Escolares Nacionales, escenarios donde probar lo logrado y la motivación mayor de los chicos que forman.
Saben que no será fácil. Mientras, no cejan en su empeño de formar tenismesistas prometedores, como Andy Amador, el pequeño José Alberto, de seis años, o Nahomy Rivero Angulo, de siete, quién sabe si futuros campeones olímpicos.



