Por poco Karen Brito estudia Bioquímica. De no ser por un profesor que descubrió cierto escrito suyo, no nos deleitaríamos con su trabajo periodístico y su manera de comunicar, cada jueves en La pupila asombrada.
En cambio, Alán González quería ser periodista o comunicador social. Solo un duro, pero oportuno golpe del destino, lo llevó a matricular en la Facultad de Medios Audiovisuales y luego en la Escuela Internacional de Cine y Televisión (EICTV) en San Antonio de los Baños.
Nos hubiéramos perdido su filme La mujer salvaje, elegido por la Asociación Cubana de la Prensa Cinematográfica (ACPC) como el mejor largometraje cubano de ficción exhibido en el país durante 2023. Así ha sucedido a muchos que un día cambiaron una carrera de letras por una Ingeniería Nuclear, por Diseño Gráfico y hasta por Contabilidad y Finanzas. Las causas varían, entre nuevos descubrimientos, sueños ajenos (solo de sus padres), azar y, principalmente, la falta de conocimientos sobre el perfil, objeto de estudio y aplicaciones de las diversas especialidades.
Inquieta la subestimación de la labor de formación vocacional y orientación profesional en muchos lugares, tanto en escuelas como municipios y centros de trabajo, porque atañe, tanto a los planteles encargados de forjar el futuro, como a las estructuras municipales que los dirigen y a las instituciones que se nutrirían de su talento.
No puede el colegio dejar esa misión en manos de otros, cuando enseñar es su obra, desde los números y las letras hasta el camino al mañana. Tampoco pueden los palacios de pioneros, las direcciones municipales de Educación, las industrias y polos científicos, ni la universidad, esperar que toquen a sus puertas.
¿Acaso no le resultaría natural al profe de Matemáticas mostrar las mil opciones de un graduado en esa materia? ¿Y a los de Biología, Física, Química o Geografía? ¿No sabe el de Español hacia dónde los guiarían las letras? ¿Y no son ellos los encargados de promover círculos de interés? ¿No le toca al director de la escuela invitar a los hoy exitosos profesionales que antes se formaron allí?
Muchos planteles tienen bonitas experiencias que contar al respecto. Sin embargo, han de apelar a ellas con más sistematicidad; es el broche de oro de su misión educativa. Entretanto, los Ministerios de Educación y de Educación Superior habrán de actualizar el viejo texto ¿Qué voy a estudiar?, y distribuirlo en formato digital.
A la par, la universidad y los centros laborales a donde irán a parar los jóvenes, tendrán que salir de sus muros y paredes hasta las aulas, como ya hizo el artemiseño en el preuniversitario Eduardo García Lavandero.
Así como los clubes de fútbol cazan talentos, también las industrias, empresas, instituciones científicas, entidades agropecuarias, hospitales y escuelas pedagógicas, han de contar a los niños y adolescentes sobre su propio mundo de oportunidades… y buscar el relevo desde temprano, en las primarias y secundarias.
En no pocos lugares urge completar plantillas, remplazar a quienes ya aportaron suficiente, refrescar con sangre joven e ideas nuevas. Mientras, a los jóvenes les va en ello su realización. No deberían tomar la profesión equivocada solo porque los responsables siguen esperando que alguien les toque a la puerta.