Adentrarse en el mar, aguas arriba o debajo, requiere de preparación, entrenamiento y mucha sabiduría. Bien lo saben los profesores y estudiantes del Instituto Marítimo Pesquero (IMP) Andrés González Lines, ubicado en Mariel, donde se forman unos 90 estudiantes como patrones de segunda, motoristas navales o biólogos pesqueros.
Este centro, único de su tipo en el país y con una filial en Manzanillo, Granma, asume además la capacitación de todas aquellas personas, que por una razón u otra, deban enrolarse en una embarcación, o asumir alguna tarea ligada al mar, mediante los cursos orientados por la OMI (Organización Marítima Internacional)
Más de 70 docentes, entre ellos 12 jubilados reincorporados, asumen la capacitación de los estudiantes del centro, donde se forman los patrones de segunda y los motoristas navales del occidente y centro del país, así como los biólogos pesqueros de toda Cuba, pues esta especialidad es la única que no asume la filial granmense.
Yudmila Alonso Moriche, subdirectora docente, asegura que, aunque no completan el claustro, ninguna asignatura se ha visto afectada. “Es difícil encontrar jóvenes que asuman la docencia, pues el trabajo en el mar aporta mayor remuneración, no obstante, con los profesores cubrimos todas las materias”.
Captación, estudios y práctica
Para acceder a estas especialidades, el camino inicia en las empresas pesqueras o centros que requieren de estos especialistas. En noveno grado se realiza la captación, en especial en escuelas ubicadas en comunidades costeras o con estudiantes procedentes de esos espacios.
Los interesados deben tener cualidades físicas adecuadas para la vida en el mar, proceder preferiblemente de círculos de interés afines con las especialidades, vocación por las actividades relacionadas con la pesca o venir de una familia pesquera; es indispensable saber nadar.
“En el proceso de captación participa activamente la empresa que demanda, pues es esta la responsable de acoger al estudiante durante las prácticas laborales concentradas de primero a tercer año, luego durante el cuarto año asumir las prácticas pre profesionales y después el adiestramiento”, explica Alonso Moriche.
Una vez aquí, los estudiantes aprenden todo lo necesario para ejercer su actividad, un aspecto en el que colaboran empresas circundantes ligadas al mar o a la biología marina. Además, cuentan con la embarcación de instrucción Manatí, ubicada en Cabañas y con un centro de genética cercano donde realizan sus entrenamientos los biólogos.
Para la cienfueguera Emilenys Betancourt Manreza fue un tanto difícil acceder a la especialidad de Biología Pesquera por el hecho de proceder de Cumanayagua, una localidad distante del mar. “Siempre me gustó la biologíamarina, y busqué portodas las vías estudiar eso. Afortunadamente en mi año nadie de un poblado costero la quiso y yo pude acceder a la escuela”.
Ya en segundo año, asume la responsabilidad de presidenta de la FEEM y alude a las mejoras en el centro. “En las vacaciones arreglaron los albergues, los baños, y al comenzar el curso nos entregaron uniformes nuevos, aseo y la base material de estudio. Además, la alimentación ha mejorado mucho”.
A su lado, Idayris Martínez Escobar, procedente de Batabanó, en Mayabeque, sí fue beneficiada por residir en una localidad costera. En su caso mantiene vínculos con la Empresa PescaMay, donde realizó sus prácticas a bordo de una embarcación pes- quera y pudo aplicar lo aprendido.
También Dany Eriel Izquierdo Monrabal, en tercer año de la especialidad de Patrón de Segunda, procede de una comunidad pesquera: La Coloma. Allí ha realizado sus prácticas a bordo, primero de un langostero y luego de un bonitero, dos etapas que califica de muy provechosas.
“Aquí aprendemos mucha teoría sobre todo, pero en la práctica es donde de ver- dad se pone a prueba todo. Quisiera que en la etapa de clases también pudiéramos practicar más, para enfrentarnos mejor a la vida en el mar”, explica.
Los cursos OMI
Para todas las personas que deban vincularse al mar, existen los cursos orientados por la Organización Marítima Internacional y que imparten en todo el país los especialistas de este centro, de acuerdo con la demanda de las empresas o la necesidad de personas naturales que deseen aprender lo necesario para la supervivencia en el mar.
Antonio Barroso Valdés, subdirector de Cursos Marítimos, explicó que prestan servicios a todas las empresas de mar y pesqueras del país, así como a otras que requieran instruir a sus trabajadores. Capacitan a quienes laboran en lanchas de transportación de pasajeros, en la acuicultura, en las Marinas, y todo el personal que se vincule a los cruceros, independientemente de cual sea su actividad, así como a personas naturales interesadas.

Aclara que es imprescindible para vincularse al mar tener vencidas las materias que ellos imparten. El año anterior, 2 500 personas accedieron a estos cursos. Muchos de ellos pasaron por varias materias para habilitarse en una misma actividad, de ahí que ascienda a 18 800 la cantidad de estudiantes/curso, cifra que les ha permitido obtener ingresos a tono con el nuevo modelo en el que se ha insertado la escuela, pues son una Unidad Presupuestada con Tratamiento Especial.
Raúl Bobadilla González, director del centro, explicó que sobrecumplieron el pasado año el plan de ingresos en casi un millón de pesos. Eso ha permitido mejorar el parque vehicular y arreglar la piscina. A ello añade la ocupación y preocupación del Ministerio de la Industria Alimentaria, en especial del propio ministro.
Aulas dentro y fuera
Olga Lidia Barrero Pérez, profesora de Biología Pesquera y jefa de la cátedra que agrupa a las tres especialidades, ya con 20 años de trabajo en el centro y el privilegio de haber sido estudiante del mismo, corrobora desde el laboratorio, las mejoras en equipamiento y alimentación.
Mientras, en el mar, Waldo José Rown Rodríguez, mantenía ocupados a una veintena de estudiantes de segundo año de las especialidades de Patrón de Segunda y Motorista Naval, en alta tecnología y métodos de pesca.
A una distancia prudencial de la costa, en grupos de cuatro, practicaban remo y lanzamiento del chinchorro, una tarea en la que poco a poco ganan destreza los muchachos, y que requiere de mucha precisión y trabajo en equipo, no solo para lograr una pesca exitosa, sino también para cuidarse la vida unos a otros.
La escuela dispone también de simuladores para la navegación, aunque actualmente esperan por Copextel para realizar acciones de reparación y mantenimiento que posibiliten el empleo nuevamente de estos dispositivos.
La paz del instituto y su posición geográfica cercana al mar constituyen espacio ideal para el estudio y la práctica. Vocación y entrega no faltan, para que cada estudiante que inició en sus predios el gran viaje por el mar, llegue siempre seguro a tierra firme, gracias a cuanto aprendió allí.