Dos meses exactamente han transcurrido desde que el 8 de julio entrara en vigor la Resolución 225 del Ministerio de Finanzas y Precios, que exoneraba temporalmente de impuestos aduanales las importaciones de pollo troceado, aceite, leche en polvo, pastas alimenticias, salchichas y detergente en polvo y a la vez establecía el tope máximo al que se podían vender estos en el mercado minorista.
La medida, si bien no representó un alivio inmediato para el bolsillo de quienes obligatoriamente tenemos esta como única vía para acceder a esos productos, al menos puso fin a la creciente escalada de precios que parecía no tener tope, en respuesta a un mercado informal de divisas también creciente que marca indudablemente el precio de bienes y servicios en la Cuba actual.
Al exonerarlos de impuestos se buscó favorecer su importación por parte de los nuevos actores económicos, a quienes se les reconocen ganancias de hasta el 30 por ciento(%), teniendo en cuenta el valor de la divisa en el mercado informal.
Bojeo a Artemisa
Un recorrido por los diferentes puntos de venta del municipio cabecera deja claros los efectos de su aplicación. Aun cuando reconocemos los elevados precios y su distancia del salario medio de los trabajadores, sobre todo estatales, es válido apuntar su impacto en la venta de algunos productos, incluso por debajo de lo establecido.
Ya el aceite es común encontrarlo entre los 800 y 850 pesos el litro; las pastas alimenticias a 270 el paquete de 500 gramos y la leche en polvo a 1 500 pesos el kilogramo.
El impacto suele notarse más en áreas de alta concurrencia de comercios, donde varios negocios ofertan lo mismo y suelen bajar para atraer a los clientes.
Un punto aparte merecen el pollo y la salchicha, con menor presencia y a un precio estático, bien ajustado al tope cuando se expende de manera legal, en comercios visibles y controlables, pues hemos observado que en las redes sociales se propone un poco por encima.
Mientras algunos se ajustan a lo establecido, otros se alejan de esa meta. Lo demuestran las cifras, pues al cierre de julio se aplicaron 289 multas en el municipio cabecera, de ellas 209 relacionadas con alteraciones de precios de estos y otros productos, de acuerdo con Segundo Machín Chile, viceintendente que atiende las actividades de Coordinación con la legalidad.
“En agosto se planificaron 761 inspecciones, ya cumplidas al cierre del día 29, y al menos el 50 % debían con- tener acciones de control y multas. Las acciones de inspección monitorean las pizarras informativas y la formación de precios a partir del costo del producto, hasta un 30 % de ganancias. Sin embargo, se siguen detectando violaciones en este y otros temas”.
Bolsillo adentro
Si bien la exoneración del pago del impuesto aduanero a estos alimentos alivia la tensa situación económica, “los precios continúan muy elevados para el bolsillo común”, expresó María Pérez, jubilada con poco más de 2 000 pesos mensuales. “No me alcanza para nada prácticamente; a veces prefiero no pensar en quienes carecen de un apoyo financiero”.
Y no solo el jubilado experimenta sensaciones similares a las de María. La mayoría de los trabajadores activos ven cómo su salario se desvanece en apenas un paquete de pollo, un pomo de aceite y una bolsa de leche, si es que les alcanza para eso, pues otros gastos también dependen de esa única fuente de ingreso que debería cubrir, al menos las necesidades más elementales y que se estableció en un momento en que los precios en Cuba no tenían ninguna relación con los de hoy Frank Hernández González, vicepresidente de Información y Comunicación de la Asociación Nacional de Economistas y
Contadores de Cuba en la provincia, opina que esta Resolución llegó en momentos en que la inflación golpea con fuerza la economía doméstica nacional.
“Con la exoneración del pago del Impuesto Aduanero se pretende estimular la importación de estos productos y se fijaron ganancias de hasta un 30 % con un tope que implica beneficios, para el vendedor y pone límites a la creciente inflación que experimentaban al menos estos alimentos básicos”.
La medida, en su criterio, merece varias miradas: Una de ellas apunta a evitar la escalada indiscriminada del precio, más que a regularlo para hacerlo asequible a la capacidad de compra del salario medio nominal, tan deprimida.
Por otro lado, explica que “la medida no tiene el alcance esperado pues este precio se correspondía con una tasa de cambio informal que rozaba los 400 CUP por 1 dólar y luego de adoptada ha habido una respuesta en el mercado financiero que ha disminuido esa tasa, cerrando la primera decena de agosto a 320 CUP por 1 dólar, de ahí la importancia de seguir actualizando los topes, para finalmente impactar en el bolsillo de los trabajadores”.
Haciendo un poco de historia, Hernández González apunta aciertos y fracasos de medidas similares en diferentes países y contextos, pues vale apuntar que la idea de topar precios en momentos determinados a productos de alta demanda y poca oferta, no es nueva, ni cubana.
Producto | Unidad de medida | Precio |
Pollo Troceado | Kilogramo | 680.00 |
Aceites comestibles (excepto de oliva) | Litro | 990.00 |
Leche en polvo | Kilogramo | 1 675.00 |
Pastas alimenticias | Kilogramo | 835.00 |
Salchichas | Kilogramo | 1 045.00 |
Detergente | Kilogramo | 630.00 |
En opinión del economista, los topes también debieron establecer otras diferencias. “En cada territorio los costos finales sobre un mismo producto no son los mismos. Por ejemplo: un contenedor de pollo que se recibe en el puerto de Mariel, con destino a Pinar del Río, no asume los mismos gastos de transportación, manipulación, estadía u otros que toma ese mismo contenedor con destino a Artemisa. Los precios aprobados son minoristas máximos, por debajo de ese valor usted puede operar y diferenciar así precios entre provincias”, opina.
Ahí otra arista del fenómeno, que implicó en un momento inicial incluso la subida de algunos productos que ya en Artemisa se vendían por debajo. Al amparo de la Resolución, unos bajaron, pero otros se vieron con el respaldo legal de subir. Al final, el comprador común nunca sabrá si las ganancias del vendedor que tiene en frente superan el el resto de los municipios, donde sí se vende con ajuste casi estricto al tope, quizás por tratarse de comercios dedicados a revender, más lejanos en la cadena del importador principal.
Para el bolsillo común, sin embargo, no se traduce en un incremento sustancial y necesario de la capacidad de compra; apenas es un respiro ante el aumento acelerado experimentado meses atrás. Habrá que seguir actualizando entonces lo regulado, pero sobre todo urge elevar desde dentro la producción de bienes y servicios, e inyectar los pocos recursos disponibles en aquellos proyectos o empresas que generen alimentos.
Solo eso, más la sensibilidad y transparencia de quienes importan y su disposición de incidir en la disminución de la tasa informal de divisas, puede sacarnos a flote y aliviar las tensiones de quienes hoy solo disponen de un bajo salario para adquirir lo básico para subsistir.