Dos días después de lo pronosticado, un 7 de julio, María Fernanda Terry llegó a este mundo. Desde el vientre supo que su nacimiento coincidiría con la fecha del cumpleaños de papá y tenía que cambiarlo.
Tal vez, porque era un referente alto y no estaba en sus planes parecerse a él.
La niña, María Fernanda, soy yo, y esta historia tuvo su punto de giro cuando elegí el camino de la literatura y el periodismo como mi papá, pero ahora, era él quien no quería que siguiera sus pasos: censura, apatía, mejor ni hablar del estado de los bolsillos. No todo es tan bello como lo pintan…
Aunque siempre fueron humildes, la pasión por el arte en mi familia paterna era evidente por la parte de mi abuela Rafaela y mi abuelo Terry. Que nos llamen por el apellido en vez de por el nombre viene por los siglos de los siglos.
Miguel Terry Valdespino, o como yo le digo: “papo”, es escritor de ficciones. Siempre he pensado que es multifacético en la literatura porque ha abarcado el teatro, la novela, la poesía, el cuento y ha obtenido muchos premios dentro y fuera del país.
Papo me enseñó cómo escribir los diálogos, cómo caracterizar a un personaje, cómo usar el dato escondido y la técnica del encabalgamiento. Desde niña me llevaba a las tertulias y eventos donde los escritores contaban sus influencias, logros y penas y ahí fui aprendiendo. Sin quererlo, también me enseñó que nadie está dotado para escuchar entero el monólogo interior de nuestras almas, por eso, como el escritor Antonio Machado, conversa solo.
Pero, si bien es cierto que la escritura literaria le reporta libertad, mi papá no puede desprenderse de contar realidades. Me ha enseñado que el periodismo debe ser enemigo de las reglas que intentan “adoctrinar” y no tienen una pincelada de poesía, dramaturgia, arte y corazón, aunque no sea literatura.
Sí, a pesar de sus advertencias, al final decidí tomar su rumbo, pero de otro modo. Contar la ficción y la realidad, desde el audiovisual, es mi nueva meta y se la debo a mi maestro, a quien una vez dije cuando tenía 5 años: “Yo siempre quise tener un papá que se llamara Miguel Terry Valdespino”.
Hermoso texto dedicado a un ser excepcional.