Al triunfo de la Revolución, el primero de enero de 1959, el ayuntamiento del pueblo de Artemisa se encontraba ubicado en la calle 1, entre General Díaz y Martí, en un edificio que resulta inconfundible para artemiseños y visitantes, por la silueta de la Diana cazadora que adorna su fachada. En aquel lugar se situó el gobierno provisional de este pueblo, con Julieta Llorens oficiando en el cargo de comisionada.
Con el paso del tiempo, no dudaron las autoridades del municipio en entregar a Salud Pública el edificio, que fue convertido en el Policlínico Adrien Sansaricq. Desde entonces y a pesar de que una reseña acompaña el monumento, no son pocos los que se detienen ante el busto que corona la entrada la institución, preguntándose quién es Adrien Sansaricq.

Nació el 16 de agosto de 1936, en Haití, dotado de espíritu rebelde y elevado sentido de la justicia, por lo que escogió la carrera de Medicina, con la aspiración de ayudar mejor a su pueblo, oprimido por el régimen tiránico de Duvalier. Estudiando en México lo sorprendió el triunfo de la Revolución cubana y con sus postulados se identificó de inmediato.
Tres acontecimientos ocurridos en 1962 marcaron pautas en la maduración de su pensamiento revolucionario: la incorporación al Partido de la Unidad Popular de Haití, su participación como Delegado al VIII Festival Mundial de la Juventud y los Estudiantes, en Finlandia, así como a su intervención en la Asamblea de la Federación Mundial de la Juventud Democrática, en Polonia.
Adrien Sansaricq llegó a Cuba el 26 de agosto de ese propio año, junto a un grupo de galenos mexicanos que decidieron apoyar nuestro sistema de Salud, que se estaba viendo afectado por el éxodo de médicos al exterior. De inmediato se le autorizó para cursar el sexto año de su carrera en la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana y en el mes de octubre, durante la Crisis de los misiles, estuvo movilizado cuarenta días entre cubanos, en un batallón de combate en la zona de Mariel.
Luego trabajó en hospitales de la capital del país, en la especialidad de Pediatría y aun cuando estaba exento de ello por su condición de extranjero, el patriota haitiano laboró dos años en el Servicio Médico Rural, en Santo Domingo, en territorio de la Sierra Maestra. También desempeñó responsabilidades de dirección en instituciones de Salud en Manzanillo, a la par que se preparaba con el fin de enfrentar a la dictadura que imperaba en Haití, causante de una masacre en la que se vieron afectados trece integrantes de su familia.
Por su condición de internacionalista, Adrien Sansaricq se integró al contingente de cubanos que con el Che Guevara al frente, apoyaron a la guerrilla del Congo, en el antiguo Zaire, en su lucha contra los colonialistas belgas.
Al terminar la misión en el Congo, regresó a Cuba en diciembre de 1965 y continuó sus labores en el sector de la Salud, vinculado a la Primera Conferencia Tricontinental, en la que se ocupó de la atención de médica de los revolucionarios latinoamericanos.
Contrajo matrimonio en Cuba con Lidia la Rosa y aquí nació Ernesto Adrien, a quien dejó una hermosa carta de despedida cuando salió de Cuba para combatir por la liberación de Haití:
…Tú sabes que en muchas partes del mundo los pueblos luchan por liberarse de la opresión… puede ser que sobreviva a la larga lucha que nos espera y en ese caso, nos volveremos a ver algún día. Pero si no logro ver el fin de la lucha no nos veremos más y en este caso que esta carta sirva de despedida… Espero que mi actuación sea siempre limpia y que en ningún momento tú tengas que ruborizarte o avergonzarte de mí.”

Debido a una delación, el 14 de abril de 1969, efectivos de la tiranía rodearon la casa donde se encontraba junto a otra revolucionaria. Durante dos horas se batieron a tiros contra las fuerzas enemigas. Intentando salir del lugar, cayó combatiendo. Reverenciar su vida y obra no es una opción, es un deber. Con solo 32 años de edad entró Adrien Sansaricq al altar de los mártires del internacionalismo en el continente americano.