Durante varios años formó parte del grupo de teatro Olga Alonso y desde entonces no ha podido desprenderse de los deseos de continuar haciendo a favor de esta manifestación artística, que justo en Mariel necesitaba retomar las ansias y la vida de otrora.
Precisamente, bajo la tutela de Humberto Rodríguez, Alfredo Alejandro Núñez había tenido la oportunidad de compartir con excelentes actores como los hermanos Bárbaro, Tulio y Julio Marín, Roger Bustamante, Andrés Torres, Mario Guerrero, entre otros. Después, creó su propio grupo de teatro, al que llamaron Moros y cristianos, pero durante el período especial comenzaron a dificultarse los viajes a la capital, por lo que no pudo continuar en el proyecto.
Ya para finales de los años 90 el también ingeniero hidrotécnico de formación, se inició en Mariel como promotor cultural y, al poco tiempo, fue jefe de promoción cultural, director de la Casa de Cultura y, luego, pasó a atender programación en la Dirección Municipal, función que ocupa hasta la actualidad. “Pero siempre con el ´bichito´ del teatro y los deseos de hacer una obra (Réquiem por Yarini) que me gustó desde el primer momento y soñé dirigirla algún día. Ya había tenido la suerte de participar en esta en el Olga Alonso, al interpretar el personaje de Dimas”, comenta Alfredo.
“El año pasado, conversando con Alexis Alfonso (Papo) –que provenía de Proyecto IV, grupo al que le había seguido los pasos durante sus años en activo- pensamos sería muy bueno fundar uno para revivir el teatro en el municipio. Hicimos un casting en el preuniversitario, fuimos aula por aula y varios muchachos se interesaron, por lo que en el mes de mayo ya estábamos dando los primeros pasos”.
Como resultado, montaron inicialmente la obra Solar, escrita por Alexis, y dirigida por ambos. “La intención también era probar a los muchachos y descubrimos que había mucho talento entre ellos; algunos no pudieron seguir, sobre todo las féminas, porque estaban enfrascadas en la preparación para las pruebas de ingreso y sus padres no consideraron era prudente continuar en ese momento. Más tarde, se fueron incorporando otras personas.
“La acogida del público fue muy buena y, tras esta presentación, consideré ya era momento de montar Réquiem por Yarini. De inmediato, nos enfrascamos en probar actores, vestuario, escenografía…, estábamos partiendo de cero prácticamente.
“Tratamos de llevarla a la época de Yarini, porque queríamos fuera bastante fiel a ese momento. Fuimos montando las escenas y, al final, la obra salió. Hicimos unas seis presentaciones de 40 minutos aproximadamente, que las personas disfrutaron, y nos la están solicitando otra vez. Posiblemente, la montemos para mayo”, afirma.
Con nueve integrantes (tres féminas y seis varones) el grupo de teatro Charlotte está inmerso actualmente en el montaje de Contigo pan y cebolla, así como en algunos monólogos como Ser o no ser, Un brindis por el zonzo, El duelo del mayoral, Fátima y el parque de la Fraternidad, entre otros. “Queremos estrenarla a inicios de junio”, agrega el director.
Tres días a la semana tienen lugar los ensayos, de 4:00 a 6:00 pm aproximadamente. Sobre su experiencia nos cuenta Emanuel Héctor. “He tenido la oportunidad de ser parte de cada obra, y ha sido una vivencia muy gratificante. Me llama la atención tener la posibilidad de interpretar diferentes personajes y sentir los aplausos del público”.
Por su parte, a Alain Escobar, quien ha tenido la suerte de compartir escenario con su hermana, siempre le ha gustado la actuación “y nunca me había adentrado en el teatro. Quisiera estudiar Artes escénicas, próximamente debo presentarme a las pruebas del Instituto Superior de Arte (ISA). Me hace mucha ilusión formarme como profesional”, manifiesta.
Al preguntarle a Alfredo sobre sus expectativas con Charlotte, responde: “Para mí, ninguna; todas para los muchachos. Ojalá logren hacerse buenos actores y eso les sirva para ser cada día, mejores personas”.
Ya lo decía el gran poeta y dramaturgo Federico García Lorca, “El teatro es poesía que se sale del libro para hacerse humana”.