Hay jonrones que los anotadores de béisbol no incluyen en las estadísticas, no importa si van más allá de las gradas. Andy Yaniel Cosme Oliva ha conectado tres. Hasta les ha dado nombres y apellidos: Andy Roberto, ya de seis años; Liam Yaniel, de dos… y Bastian.
Este último todavía no nace para ver el estadio lleno y a los artemiseños gritando el nombre de su papá, cuando va a batear con compañeros en base. Aun desde el vientre de Talía (el amor del cátcher de los Cazadores), habrá de acostumbrarse a esa bulla adorable que depara la pelota.
Será esta la novena Serie Nacional para Cosme. Y así como Bastian dejará de ser solo una imagen en un ultrasonido, y crecerá hasta pedir la luz del sol, su papá ha crecido en los diamantes hasta convertirse en figura de relieve e integrar el equipo Cuba.
Cuenta Talía Cruz Hernández que, cuando lo conoció, no sabía que era pelotero.
-Nos habíamos encontrado varias veces, pero la primera vez que hablamos fue en una parada.
-Ella después me contó que varias amistades suyas le preguntaron si me conocía. En el barrio donde vivíamos nosotros, en el Lincoln, la gente sabía de Andy Cosme por la pelota. Para ella yo era solo Tito, porque allá todos me llaman así. Un día en la parada, alguien estaba hablando de mí, y entonces fue que se dio cuenta. Poco a poco comenzamos un romance y hasta el sol de hoy.
Al número 12, la lejanía para los entrenamientos y principalmente sus resultados le premiaron con un apartamento en Artemisa, igual que a Yoan Moreno, “Cortico”, el capitán del equipo.
Confiesa entre risas que el barrio era tranquilo hasta su llegada y las noches de dominó, con vecinos, amigos, un primo y el pelotero Leyan Corvo.
Descubre también que su esposa no sabía nada de béisbol.
-Al momento que dio el jit con las bases llenas contra Industriales, le escribí y lo felicité, comenta Talía.
-Así es. Ella sabe que no cojo el teléfono para nada cuando estoy en el terreno, pero ahí está el mensaje, guardado como recuerdo. También ella ha ido aprendiendo de pelota.
-Yo no seguía mucho la pelota, porque no me gusta el deporte. Ahora sí; estoy metida en este mundo, y lo veo por él, asegura.
“Esa noche salí a batear por el medio del terreno. Tremenda alegría cuando di el jit. Mis compañeros ya estaban celebrando”, señala aún emocionado.
Brilló durante toda la campaña, con números notables que le llevaron al Juego de las Estrellas. Fue el mejor receptor, tanto defensivo como ofensivo, además de líder en triples, y se ratificó como un bateador oportuno.
“Lo único que he hecho ha sido entrenar fuerte y prepararme. El resultado se debe a eso, a permanecer enfocado en mi tarea.
“Me paro a batear en la zona. No voy detrás de una recta, una slider, una curva o un cambio; le hago swing a lo que vea acercarse, y me ha salido bien porque a veces esperas un lanzamiento, te tiran otro y luces mal. En realidad, me siento más cómodo así.
“Y mi trabajo en la receptoría es fundamental. Estudio a los bateadores rivales para guiar el picheo. Lleva mucha concentración, para saber qué lanzamientos pedir; algunos les tiran a todos. Los pícheres se guían bastante por mí; me entiendo bien con todos, sean zurdos o derechos”.
Cosme sabe que la temporada anterior fue grande. Sin embargo, este sábado comienza una nueva, y las expectativas se centran en que sea mejor. Tendrá el apoyo cada vez más comprometido de su público, a Talía muy cerca en el estadio, y muy pronto otro jonrón de esos que no incluyen los anotadores, pero va mucho más allá de las gradas.