Desde hace algunos años aquel matrimonio feliz había cambiado para Yolanda, y los “cariños” de otrora pasaron a dejar huellas en la piel y en el alma. No sabía a dónde dirigirse, cómo encontrar ayuda, de qué forma orientarse, incluso, dudaba en hacerlo. Sentía temor. Sin embargo, ahí estaba, a su alcance, la Casa de Orientación a la Mujer y la Familia (COMF).
Por desconocimiento, incertidumbre, desconfianza… ¿quién sabe? no llegó antes, y lamenta no haberle dado un vuelco a su vida meses atrás, existiendo esa posibilidad. Vivencias más o menos desgarradoras, más o menos gratificantes, llegan hasta este espacio que, para nada, debe quedar en el olvido y con el cual puede contarse ante disímiles situaciones.
Tanto la atención individual como la colectiva son fundamentales en el quehacer de estas instituciones, fundadas en 1990 por Vilma Espín, constituyendo desde entonces una fortaleza de la Federación de Mujeres Cubanas. La valía de sus equipos de colaboradores, que tributan a diferentes disciplinas y responden a las necesidades de quienes las visitan, es admirable. En dependencia de las situaciones presentadas se convocan y posibilitan la realización de variadas dinámicas; generalmente sobresale la presencia de psicólogos, logopedas, jurídicos, sociólogos…
Desde este espacio encaminan a las personas, las ayudan, orientan, acompañan, “y aunque no somos decisores, tratamos de que se resuelve el problema en cuestión”, explica Marianela Gabriela Moreno Álvarez, una fémina entendida en la materia, quien hace más de dos décadas es la coordinadora de la COMF, de Mariel, donde el pasado año atendieron cerca de cien personas.
Ahora, ¿pudieran haber llegado más personas? ¿Por qué vía lo hicieron? La mayoría se acercan a partir de la propia interacción que como federadas protagonizan en varios escenarios, por los presidentes de los consejos populares, los delegados, las escuelas, la comisión de prevención, de ahí la necesidad de que se conozca cada vez más de dicha labor y no existan tabúes a la hora de dirigirse a un centro de este tipo, sin que, necesariamente, medie otra persona o institución.
La labor es encomiable. Como parte de las propias dinámicas llegan hasta las comunidades, buscan una retroalimentación, intercambian con los vecinos, escuchan sus opiniones. “Si es, por ejemplo, un problema de atención al menor, que la familia no deja que el papá o la mamá se acerque a los niños, indagamos en su origen, y lo sometemos a valoración del equipo que directamente tendrá una mayor incidencia”, comenta.

En los últimos tiempos, sobresalen, además, situaciones similares generadas a partir de un fenómeno como la migración. Por otra parte, han intercedido en casos de violencia contra la mujer o hacia hijos de matrimonios donde uno de los miembros no tiene vínculo sanguíneo con el menor, entre otros conflictos.
Destaca, especialmente, el vínculo con el Tribunal de Familia. “Lo hacemos en la propia Casa para que las personas no se sientan predispuestas. Buscamos un ambiente interactivo y cuando participan menores, adolescentes o jóvenes, intentamos ambientar la locación, teniendo en cuenta la edad”.
Desde un espacio radial como De mujer a mujer, conducido por la propia Marianela, también llega el mensaje a las féminas y sus familias, la palabra de aliento y el consejo sobre variados temas de interés.

Hace más de dos décadas Marianela está al frente de la Casa
La Casa establece alianzas, entre estas con la Cátedra de género Rosario Novoa Luis, del Centro Universitario Municipal, mediante la cual intentan que, en las políticas públicas diseñadas a nivel local, esté presente esa mirada de género y se tengan en cuenta cuestiones contempladas en el Programa Nacional para el Adelanto de las Mujeres, y la Estrategia Integral de Prevención y Atención a la Violencia de género y en el escenario familiar.
¿Ha sido tarea fácil? Nunca lo es, de ahí el interés de continuar consolidando acciones en ese sentido, así como de fortalecer los comités de género, que deben estar presentes en cada centro de trabajo, y aún es tarea pendiente. De esa tríada Federación–Casa-Cátedra se pueden impulsar no solo ideas, también tareas concretas.
Significativa resulta la capacitación que emana del seno de la Casa, y los programas de adiestramiento, a los cuales pueden matricular todos los interesados. De esa forma, se han impartido cursos de Contabilidad y Finanzas, Gastronomía, Turismo, Inglés, Secretaria ejecutiva… para un total de 18 el año pasado.
Incentivar nuevos modos de hacer en materia de prevención, potenciar dinámicas familiares a fin de solucionar conflictos, impulsar el trabajo comunitario, contribuir a la tan necesaria sensibilización, constituyen prioridades para las COMF, un espacio no solo de reflexión y ayuda, también, de aprendizaje.