Señala a los magistrados y juzga a los asesinos que se atrevieron a acusarlo en un juicio amañado. Ya de uniforme verde, mira decidido hacia lo alto de la Sierra Maestra. Se deja tomar una imagen con su rifle de mira telescópica, para que el periodista Herbert L. Matthews cuente en The New York Times que está vivo y peleando.
Alza su fusil y envía una señal de victoria, junto a un grupo de compañeros rebeldes. Extiende su mano para saludar a la multitud fervorosa que lo recibe al entrar a La Habana. Le habla al pueblo, mientras una paloma también confía y se le posa sobre un hombro.
Juega a la pelota con Camilo. Sonríe con el Che. Corta cañas. Cena en Nochebuena con carboneros en la Ciénaga de Zapata. Salta de un tanque T34 en Playa Girón, durante la defensa de la patria liberada. Proclama a Cuba Territorio Libre de Analfabetismo. Chequea la disposición de baterías antiaéreas, cuando la crisis de octubre.
Otra instantánea cuenta que visita la escuela en el campo Ceiba 1 y juega al básket en sus instalaciones. Va donde sus hermanos vietnamitas, en medio de la guerra de liberación. Recorre las áreas de la Empresa Pecuaria Genética Los Naranjos. Conversa con el Gabo. Tira un jab en broma a Mohamed Alí.
Aparece en el Malecón y convierte una lluvia de piedras en un coro de apoyo. Recibe en el Aeropuerto a los niños procedentes de Chernóbil. Celebra su cumpleaños 70 en el Palacio Central de Pioneros Ernesto Che Guevara. Regala La Edad de Oro al pequeño Elián González.
Abraza a Mandela. Navega por el río Orinoco con Chávez. Charla amigablemente con Maradona. Se presenta donde pasó un huracán. Muestra el pecho sin chaleco antibalas. Advierte con su dedo índice.
Y, por supuesto, posa sonriente entre los trabajadores de la Fábrica de Asbesto Cemento, habla con los de un Joven Club y los de la Escuela Primaria Carlos Rodríguez Careaga, y tributa homenaje a sus compañeros en el Mausoleo a los mártires de Artemisa.
Dicen que la memoria no guarda películas sino fotografías. Cualquier cubano lleva dentro su propio álbum de Fidel. Por eso, quise contarlo así, porque, además, es un lenguaje que puede ser comprendido en todo el mundo.
Aseguran que el principal instrumento de un fotógrafo son sus ojos, pero suele “ver” lo que ya lleva dentro. ¿Y cómo no captar al Fidel osado, humilde, confiable, bromista, visionario, ejemplo, líder, sabio, cariñoso, solidario…?
Me gustaría que, cuando la gente lea estas fotos, sientan como cuando quieren leer un verso de un poema por segunda vez… y vean a su Comandante muy vivo.
¿Que esta crónica es a propósito de su muerte? Bien lo dijo nuestro Martí: “La muerte no es verdad cuando se ha cumplido bien la obra de la vida”.













