Por estos días varios medios de prensa reproducen reportes sobre posibles medidas que el gobierno de Estados Unidos, en voz y mandato del presidente Biden podría aprobar, dirigidas a flexibilizar las relaciones con Cuba en temas económicos. Aunque se conoce también que estas medidas no están dirigidas al Estado cubano, sino solamente para apoyar a los nuevos empresarios privados.
Por experiencia, cuando alguna noticia así sale a relucir, la mayoría de los cubanos miramos y escuchamos con recelo, porque sabemos muy bien que nada bueno se cocina en la Casa Blanca, si de Cuba se trata.
Biden, como Presidente, arrastra un incumplimiento a sus compromisos de campaña electoral; recordemos que se ganó el voto del electorado cubano-americano prometiendo retomar el camino de su anterior excompañero de fórmula demócrata, Obama, quien en su último año de mandato acordó algunas medidas en beneficio de las relaciones hacia Cuba, y extrajo al país caribeño de la ominosa lista de países promotores del terrorismo.
Estas medidas fueron anuladas durante la administración de Trump; en este caso agudizándose aún más y tensando mucho más la relación, al aprobar 249 medidas para sofocar la maltrecha economía cubana y nuevamente incluyó al país en la “listica” de países patrocinadores del terrorismo.
En resumen, Biden nada ha hecho por cumplir sus promesas de campaña y ahora, casi al final del mandato, anuncia posibles medidas de beneficio al sector privado cubano. Pero, ¿Cuáles serían estas probables medidas del gobierno yanqui en apoyo al sector privado?
Están hablando de permitir la apertura de cuentas bancarias en Estados Unidos. Por primera vez en décadas se permitiría a personas naturales o jurídicas cubanas, a emprendedores que residen en la isla, abrir cuentas y operarlas de manera remota en bancos estadounidenses.
Otra medida es la relativa a autorizar transacciones entre personas cubanas y no estadounidenses que pasan por el sistema financiero de Estados Unidos, algo así como servicios a terceros, donde ni el emisor ni el beneficiario son personas sujetas a la jurisdicción de Estados Unidos. Según estas medidas los bancos norteamericanos podrían procesar transacciones que involucren a Cuba y bancos de terceros países; claro, solo si estas transacciones las hacen los emprendedores privados, nunca el Estado cubano.
Igualmente, Estados Unidos eliminaría restricciones de acceso a servicios e Internet, autorizando la prestación de servicios actualmente restringidos como videoconferencias, educación online, traducción automática y otros servicios en la nube. Este cambio permitiría a los desarrolladores de software cubanos descargar aplicaciones desde las tiendas de Google o Apple.
Estas medidas forman parte de la nueva política de “apoyo al pueblo cubano”, que comenzó a implementar el presidente Biden el año pasado y que comprende otras regulaciones ya en marcha como el aumento de los vuelos y los viajes familiares, la reanudación de los servicios consulares en La Habana y el otorgamiento de visas de 5 años para no migrantes, proceso que se realiza en un tercer país, así como la eliminación del límite trimestral de 1000 dólares para el envío de remesas y otras.
Sería bueno preguntarse; ¿Por qué Biden no tomó esas u otras medidas, retomando lo hecho por Obama, desde el inicio de su mandato? ¿Por qué nos sigue imponiendo en la lista de países patrocinadores del terrorismo? ¿por qué no ha flexibilizado o derogado las 249 medidas de Trump que, al no ser leyes, las puede eliminar de un plumazo? ¿Por qué mantiene la aplicación de la Helms Burton o la Torricelli? ¿Por qué ahora, solo con los emprendedores privados? ¿Es que acaso los trabajadores de la salud, de educación, de la cultura, del deporte, no son parte del pueblo de Cuba?
En primer lugar, Biden y su partido están sobre un horno de carbones ardientes, nadie ve con posibilidad de reelección a los demócratas en los comicios de 2024, los compromisos contraídos y no cumplidos hacen que el electorado no vea con buenos ojos la gestión del actual presidente, sobre todo el electorado latino y cubano-americano.
Por otra parte, su gestión en economía y política exterior ha sido muy mala, la guerra en Ucrania, su guerra (sí, porque todo presidente norteamericano que se respete tiene que hacer una guerra) pues su guerra en Ucrania ha sido un desastre, miles de millones de dólares del contribuyente norteamericano han ido a parar a un conflicto que se pierde por días.
En lo económico, durante su mandato Estados Unidos ha perdido hegemonía como nunca antes; China, Rusia y los Brics se han fortalecido y las medidas impuestas desde occidente a Rusia han regresado como un bumerang, por lo que Biden trata por todos los medios de mejorar la imagen de su mandato y evitar la catástrofe que se avecina para los demócratas en las elecciones de noviembre 2024.
Además, ya en lo interno hacia el diferendo Estados Unidos-Cuba, con estas medidas dirigidas al sector privado, está buscando que en Cuba florezca el capitalismo salvaje; desde lo económico crear una quinta columna que corroa la Revolución Socialista por dentro. Eso se puso de manifiesto en la reciente visita de 70 emprendedores cubanos a Miami, invitados por empresarios cubano-americanos radicados allí.
Estos emprendedores participaron en encuentros y reuniones de negocios, y en un apartado especial, fueron atendidos y agasajados por el connotado terrorista anticubano Santiago Álvarez, mano derecha de Posada Carriles en la Fundación Cubano Americana, personaje que tantas historias de terror tiene contra el pueblo y el gobierno de Cuba. Resulta que ahora Álvarez apuesta por el desarrollo de los negocios privados en Cuba, ya no quiere ponernos bombas en los hoteles, ahora se quiere asociar y financiar a emprendedores.
Mientras, a nivel internacional los efectos de la crisis persisten, el Fondo Monetario Internacional estima que la inflación a nivel global seguirá siendo elevada hasta 2025. En algunos países, gracias a la acción decisiva de los bancos centrales y a políticas fiscales, la inflación ha disminuido, pero no dejará de ser tendencia dos años después.
El aumento de los precios socava la confianza de los consumidores y los inversores, erosiona las bases del crecimiento económico y perjudica a los más pobres. Nada, suenan nuevos cantos de sirena, y como el mitológico pez-mujer, nada bueno traerá a quienes respondan a su llamado.