La mujer está presente en todos los estratos sociales. Su disposición hace que todas las tareas seas más amenas y sencillas. Su toque mágico de gracia y fe mueve montañas. Su amor, pasión y entrega no tiene límites.
Y si se trata de la mujer rural, pues hablamos entonces de gigantes, de invencibles, de seres humanos dignos de admirar, sobre todo porque con el decursar de los años y el avance social logró su empoderamiento y ganó protagonismo en disímiles sectores laborales, desarrollando cualquier función, incluso la de dirigir.
Siendo Güira de Melena un municipio eminentemente agrícola no podía faltar la presencia de la mujer rural que, lejos de atender labores solamente relacionadas con la higiene o la elaboración de alimentos, rompe esquemas y se convierte en innovadora, en científica o en una cuidadosa campesina que deja su sudor en el surco y luego se advierte su esmero en cada cosecha.
Para la mujer rural güireña el horizonte laboral es sumamente amplio. Aquí se dan a la tarea de crear prendas de vestir funcionales para el trabajo en la tierra o conjuntos que faciliten la interacción con la naturaleza.
Ellas son asociadas también a las formas productivas y su aporte es relevante en el perfeccionamiento agrícola, en ocasiones superando incluso a quienes tienen mayor experiencia, dado que su intelecto es empírico pero su pensamiento es práctico y funciona para ahorrar tiempo útilmente.
Es muy raro encontrar mujeres jóvenes en la agricultura. No obstante, existen excepciones y que además marcan pautas y dejan huellas. En la Cooperativa de Producción Agropecuaria Niceto Pérez de Güira de Melena, por solo citar una forma productiva de la sureña localidad, hay muchos ejemplos.
El carácter y la entereza son rasgos que distinguen hoy a las jóvenes güireñas que deciden insertarse al campo. Para ellas los retos son enormes y las proyecciones para sus vidas son difíciles de lograr pero eso las fortalece, sobre todo cuando se interesan realmente por crear las bases para conocer sobre agronomía.
En esta CPA las jóvenes se integras incluso en opciones novedosas de la entidad, como por ejemplo, la vega de tabaco que surgió como una alternativa para impulsar la economía interna. Además no se quedan a nivel de oficinas y llegan al cultivo de la papa o del boniato, que germina sin los insumos necesarios y requiere un tratamiento especial.
La mujer rural también es responsable de gran parte de la alimentación del país. Ellas hacen magia y pueden cubrir desde el simple autoconsumo familiar hasta llegar a las grandes producciones con carácter comercial.
El día para ellas inicia cuando aún el astro rey no ha calentado las tierras; sus mañanas son sudorosas y sus tardes son extenuantes pero al final de la jornada, si han cumplido sus labores con ahínco y entereza, palpan el fruto de sus esfuerzos con el simple hecho de acariciar con la mirada la disciplina y el orden con que crecen sus cultivos.
Llevan ellas sobre sus hombros una responsabilidad inmensa que cumplen aún con carencias y sobre la base de innovaciones, permeadas de los deseos de avanzar y de crecerse ante los obstáculos.
A la mujer rural se le debe el apoyo, se le debe la tenacidad, se le debe el esfuerzo doble, porque atiende el campo sin descuidar hijos, hogar y familia en general. Es por ello que en nuestra isla caribeña se les confieren los lauros y el reconocimiento que merecen las reinas de los campos cubanos.