El territorio artemiseño forma parte de la región más activa de cruce y afectaciones por eventos ciclónicos del país. Desde 1800 hasta la fecha han sido varias las decenas de tormentas tropicales y huracanes que han puesto en vilo a la población a su paso, muchas veces angustioso.
Octubre es con mucho, el mes más peligroso para la provincia y en general para todo el occidente cubano, no solo por la alta densidad de ciclones, sino porque varios de ellos fueron de gran intensidad y poder destructivo.
En el siglo XIX dos grandes huracanes estremecieron el actual territorio artemiseño, aunque sus trayectorias no pasaron por él, sino algo más al este, por lo que nuestra comarca en ambos casos quedó en el lado izquierdo, menos intenso. Nos referimos a las llamadas tormentas de San Francisco de Asís (4 y 5 de octubre de 1844) y San Francisco de Borja (10 y 11 de octubre de 1846).
Se relata que en el primero, Alquízar resultó seriamente dañada, en tanto el segundo se anota como el huracán más intenso que ha azotado Cuba en su historia, con categoría 5 en la actual escala Saffir-Simpson, cuyos vientos sostenidos se calcularon en 255 kilómetros por hora ( km/h), en tanto los huracanados se mantuvieron durante veinte horas horribles de azote en una franja de 200 kilómetros (km) a ambos lados de la línea de trayectoria (las crónicas señalan que las bahías de Mariel y Cabañas parecían cementerios de barcos).
El 20 de octubre de 1926 se convirtió en un horroroso día para la entonces provincia de La Habana. Un huracán de gran intensidad penetró en horas de la madrugada por las inmediaciones de la playa del Cajío con rumbo norte-noreste para salir al anochecer al mar por Guanabo. En Güira de Melena se registró una presión mínima de 934 hectopascales y durante varias horas los vientos sostenidos se mantuvieron entre 230 y 250 km/ h, dejando un rastro de muerte y destrucción.
El 18 de octubre de 1944 fue otro día funesto para el territorio. Un huracán de gran intensidad penetró por la punta de Comegatos en San Cristóbal para salir al mar por las inmediaciones de Cabañas. Los vientos sostenidos se estimaron en 225 km/h y persistieron sobre los 90 durante dieciocho horas interminables. En Guanímar y Cajío el mar penetró diez km tierra adentro.
El capítulo de peores huracanes artemiseños (sin descartar algunos que no lo atravesaron pero si causaron grandes daños como el Ian de fines de septiembre de 2022, que se ensañó con Bahía Honda, u otros de poca intensidad pero muy lluviosos como el Frederic de septiembre de 1979, causante de largas inundaciones en localidades como Ceiba del Agua y San Antonio de los Baños), se cerró con el Charley, que cruzó nuestro espacio geográfico con rapidez en la madrugada del 13 de agosto de 2004, con vientos sostenidos de más de 180 km/h y rachas de hasta 214.
Muchos artemiseños del centro-este de la provincia recordamos el Charley como lo peor que hemos visto en materia de huracanes, pues sus vientos barrieron literalmente la vegetación y produjeron graves daños en numerosas localidades, como las costeras de Guanímar y Cajío, entre las cuales penetró su vórtice pasada la medianoche con rumbo norte-noroeste hasta salir por las costas de Mariel.
Cada nueva temporada ciclónica representa una verdadera amenaza potencial para Cuba. La historia, con sus archivos de catástrofes, se encarga de demostrarlo.