Será que el béisbol se parece a la vida…
Buena fe
Apenas sabía de bolas ni strikes cuando mi hijo, quien desde antes de nacer ya tenía nombre de un pelotero de Las Tunas (Damichel González), fue por primera vez a un terreno en el Complejo Voluntario Deportivo Julito Díaz, de Artemisa.
Ocuparle su tiempo con el deporte era mi única intención, y vaya que lo logré (lo lograron), pues dejó atrás todo cuanto para mí también formaba parte de su futuro, entre concursos nacionales de Español, Matemática e Historia y una entrada al IPVCE Mártires de Humboldt 7, privilegio ganado en octavo grado, que desechó.
Y sucede que eso es el béisbol, una pasión que te entra por las venas; te hace protagonista de sacrificios y desvelos; te cambia horas de esparcimiento por entrenamientos bajo el sol; te mueve el piso, a punto de sustituir la piscina con los amigos por las prácticas de ejercicios; y, desde niño, te hace comprender que más que uno solo eres un equipo: «el béisbol se parece a la vida»; ¡cierto, Buena Fe!
Por tanta energía, esa que lleva sonidos diferentes de congas a un estadio, crea grupos de aficionados, renace en play off, convierte gradas en un espectáculo cultural y funda la más indómita de las identidades, quiero desandar los terrenos del béisbol, los más cercanos.
Avanza un año en Artemisa, en el cual hubo un equipo de Cazadores que nos regresó sueños perdidos y nos convidó a idealizar nuestro deporte nacional, desde la provincia.
¿Qué sucede con las primeras categorías? ¿Cuánto le ponemos a su desarrollo? ¿Habrá prioridades presupuestarias que aseguren las mínimas condiciones a profesores y atletas? ¿Habrá quienes sean muy buenos peloteros, y queden en el camino, al no poder pagarse sus implementos? ¿La Escuela de Iniciación Deportiva, en Artemisa, asegura estables condiciones de alojamiento?
¿Dónde y cómo participan las primeras categorías en topes o competencias? ¿Son las comisiones de béisbol genuinas representantes y defensoras de este deporte y sus condiciones, en cada nivel?
¿Se estimula la participación masiva desde la base? ¿Acaso la familia no carga un fardo demasiado pesado (no en apoyo, sino en gastos que no habrían de corresponderle)? ¿Cómo se llega a ser parte del equipo Cazadores?
Tal vez son muchas interrogantes, pero abrazamos la intención de traer las respuestas con las voces más autorizadas, esas que borbotean de pasión al sentirse en el terreno, esas que viven en carne propia el “quieto” de la esperanza, el lanzamiento que te pone en tres y dos o el out que pudo convertirse en triunfo.
Si bien los play off de la 62 Serie Nacional de Béisbol tienen los estadios calientes, e igual dejan críticas y sugerencias, es tiempo de ponerle mucho más, dentro de lo posible, para reavivar esa pasión de los cubanos y alejar la soledad de las gradas y los terrenos.
Como canta Buena fe, “En cada cielo siempre hay estrellas/ y algunas se van de jonrón/ su brillo quedará como huella/ su brillo lo entrega a todo corazón”.
De ahí que andemos Por los terrenos de la pasión, una, dos, tres veces… las necesarias, con la modesta intención de poner subjetividades al descubierto, para avivar los sueños, para dar más alegrías, para aportarle a la vida la emoción de un doble play.